La fiesta por la llegada de las Chivas a la Capital para el juego contra el Clásico Nacional fue empañada por miembros de sus barras que, haciendo de cuerpos de seguridad, agredieron a los reporteros que esperaban al equipo.
Mezclados entre los policías y elementos de seguridad del aeropuerto, que hacían valla humana para que el equipo saliera a su autobús con libertad, estos sujetos daban órdenes incluso a los uniformados.
Antes de la salida del equipo, los barristas se acercaron al grupo de reporteros apostados cerca de las puertas, y a empujones los echaron para atrás, golpeando también algunas de sus cámaras e insultándolos.
Una vez que llegaron los jugadores, estos individuos se encargaron de abrirles paso, evitando también de este modo que la prensa pudiera obtener declaraciones.
La fiesta, pese a ello, continuó para los cientos de aficionados apostados en el aeropuerto, que por casi hora y media no dejaron de cantar y alentar al Rebaño.
