La sombra del ex Presidente brasileño persiste en las campañas a través de Fernando Haddad, su remplazo para los próximos comicios.
El candidato preferido por la mayoría de brasileños se retiró de la carrera presidencial en septiembre, después de ser inhabilitado por la Justicia, y nombró como sucesor a Fernando Haddad, quien fuera su Ministro de Educación.
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Después de criticar lo que considera una persecución mediática y judicial para impedirle volver al poder, Lula desgranó las esperadas palabras.
“Quiero pedir, de corazón, a todos los que iban a votarme, que voten al compañero Fernando Haddad para Presidente de la República () Ya somos millones de Lulas, y a partir de hoy, Fernando Haddad será Lula para millones de brasileños”, escribió el ex Mandatario.
Con la bendición de Lula, la campaña dio un giro radical.
La maquinaria del Partido de los Trabajadores (PT) se puso, finalmente, al servicio de Haddad.
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Sus colaboradores alegaban en todo momento que su candidato sería el ex Presidente, a sabiendas de que eso era prácticamente imposible.
Ahora tienen poco tiempo para garantizar el trasvase de votos de uno a otro, aunque la consigna para esta campaña a contrarreloj es clara: Lula es Haddad. Haddad es Lula.
Por el momento, la estrategia está funcionando, como asegura a REFORMA Paulo Teixeira, diputado del PT.
“El pueblo brasileño enseguida interpretó la indicación de Lula y migró hacia Haddad”, indicó el político al explicar la meteórica ascensión del candidato, quien está en el segundo lugar en las encuestas de opinión con alrededor del 16 por ciento de intención de voto, según la encuesta del instituto Datafolha del 20 de septiembre.
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“Mejor desde una celda que desde Wall Street, que es desde donde se guían las campañas de los candidatos de la derecha; que Lula esté en la campaña es extremadamente legítimo”, apuntó Teixeira.
Toda la estrategia del partido pasa por recordar los años dorados de los Gobiernos Lula, apelando a los buenos índices de empleo o a los programas sociales que sacaron a millones de brasileños de la extrema pobreza.
Con Haddad creciendo, la duda en el campo progresista brasileño es si será él o Ciro Gomes, una izquierda con más guiños al centro, quien pase a la segunda vuelta.
Lo que parece claro es que uno de los dos se encontrará a Jair Bolsonaro, el líder de la ultraderecha que se confirmó como la gran sorpresa de estas elecciones.
El militar en la reserva, abiertamente homófobo, racista y machista, lidera con amplio margen los sondeos, gracias a su discurso de mano dura contra la violencia y al hartazgo de la población con la corrupción y la clase política tradicional.
No son pocos los que consideran que un segundo turno entre Haddad y Bolsonaro sería el escenario más explosivo.
“El odio al PT será un elemento definitivo en el segundo turno y puede traer mucha inestabilidad”, explicó a REFORMA Michael Mohallem, analista de la Fundación Getúlio Vargas de Río de Janeiro.
En su opinión, la sombra “lulista” que pesa sobre Haddad sería un obstáculo para que consiga captar votos del centro y la derecha más moderada, imprescindibles para derrotar a Bolsonaro.
Paradójicamente, el avance del partido del ex Presidente brasileño podría facilitar la llegada al poder de la ultraderecha.
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