Lo primero que hizo Andrés Guardado tras el final del partido contra Corea del Sur fue acercarse a las gradas laterales y cargar a su hijo Máximo.

Guillermo Ochoa, el mejor amigo del “Principito”, hizo lo propio al cargar al pequeño Luciano y a su hija Luciana.
 

Los afortunados aficionados que estaban en ese sector de las gradas se estiraron al máximo para tocarlos. Por un momento, entre tantas manos, la escena parecía la de un meme en que muchas personas tocan a Superman.

Porque ayer en Rostov del Don los Tricolores fueron auténticos héroes.

En una escena inédita, Juan Carlos Osorio lanzó besos hacia la tribuna, en donde se localizan sus hijos y su esposa Juliet; el técnico del Tricolor dibujó un corazón juntando las manos.

También Raúl Jiménez hizo ese gesto, en franca dedicatoria a su novia Daniela Basso que cumplió años.

El resto de los seleccionados lanzaron besos o saludos hacia las gradas.

La Arena Rostov fue conquistada por México, al grado de que el sonido local puso el “Cielito Lindo” que encontró eco inmediato en los asistentes.

El Tricolor ya va camino a Moscú, en un vuelo en el que los jugadores irán acompañados de sus familias.

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