A falta del suministro de agua potable, habitantes de polígonos de pobreza se ven obligados a surtirse del líquido de estanques o represas contaminadas. 

En las inmediaciones de Loma de la Cañada, más allá de Las Hilamas y León II, hay una represa a donde acuden algunas personas para darles de beber a sus animales, cabras, y bovinos; o bien para llenar algunos depósitos de agua para la limpieza de la casa o sanitarios. Abastecerse de agua potable les resulta caro y a veces inaccesible.

“El agua es ya casi lodo. Las pipas del Municipio vienen muy de vez en cuando y cada barril lo llenan en 5 pesos, pero las pipas particulares hasta en 10 pesos. Una pipa de 10 mil litros se cuesta 250 pesos o 300 pesos, pero el problema es que no hay aljibes. El agua cuesta más a los pobres que a los que tienen tomas y la desperdician”, señala Miguel Cervantes, vecino del lugar y quien acude con su camioneta a una represa a llenar tambos.

La situación es similar en Barranca de Venaderos, Calle Imperial, Vista Esmeralda, Las Joyas y La Soledad, por citar algunas colonias. Los habitantes también temen por eso sean blanco de infecciones.

“Es la época en la que más se enferman los niños del estómago pues posiblemente el agua este contaminada. Sabemos que no es potable el agua de las pipas; para el consumo humano la hervimos, o compramos garrafones de agua”, señala Juana Martínez, de Valle Imperial.

En estas colonias de difícil acceso, sólo hay calles empedradas, apenas les acaban de instalar la luz eléctrica, no hay agua potable, ni hay candidatos o políticos que los visiten a ver las precarias situaciones en las que viven. 

“Vienen nada más a prometer, a que les demos el voto. Nunca más se llegan a parar. El agua para nosotros es oro molido. En algunas colonias como Las Hilamas se tiene problema de abasto durante el día, y se cuesta más cara. Yo por semana me gasta entre 200 y 300 pesos de agua de pipa”, señala Ernesto Frías, de la comunidad de La Soledad.

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Pero ante las altas temperaturas tienen otro problema, pues el calor evapora el poco líquido que quedaba en los aguajes de la zona.
 

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