Todas las mujeres del mundo que han ido a una discoteca han sido tocadas en alguna ocasión sin permiso, un comportamiento que en muchos casos puede ser considerado una forma más de acoso.
La firma creó un vestido con sensores que envía información a un ordenador cada vez que se toca. También colocaron cámaras para documentar lo que ocurrió en cada caso y comprobar si efectivamente se trataba de un tocamiento no permitido.
El resultado de su estudio fue revelador. Las tres chicas que llevaron esta prenda fueron manoseadas 157 veces en algo menos de 4 horas.
Con esta acción, la marca no solo busca concienciar sobre el acoso sino también invitar a la gente a ligar con elegancia, con inteligencia, con sentido del humor, con estilo.
“La mujer no es un animal que deba ser acorralado para ser capturado“, denuncia una de las protagonistas del experimento. Por escandaloso que parezca, en pleno siglo XXI todavía hay que recordarlo con acciones como ésta.
