Estados Unidos, México y Canadá apenas han logrado acuerdos provisionales en 6 o 7 de los 28 o 30 (entre un 30 y 40 por ciento) de los capítulos programados en la renegociación del TLC, por lo que un nuevo tratado integral no podría alcanzarse, si acaso, hasta el próximo año, consideró en un análisis del Wilson Center.

El centro independiente de estudios, apartidista, con sede en Washington y oficinas en diferentes países, consideró que las perspectivas de lograr un TLC exitoso en su versión 2.0 lucen ahora mejor que nunca, pero no su concreción en el corto plazo.

“Es probable que las negociaciones para 2.0 se estanquen en este verano y no se reanuden hasta el 2019, si es que lo hacen”, anotó.

Y es que hay una serie de presiones políticas, expuso, que van desde los intereses de la Casa Blanca hasta acuerdos duraderos que quiere el Congreso estadounidense para su sector agrícola, pasando por las elecciones presidenciales que se avecinan en México y los frecuentes tuits y filtraciones que alteran las pláticas.

Consideró que la salida del consejero económico Gary Cohn de la Casa Blanca ha jugado en contra para avanzar, pues él era un contrapeso a las propuestas proteccionistas que Peter Navarro y otros hacen al Presidente Donald Trump.

“Los grandes temas, como el de los automóviles, la propiedad intelectual, la contratación pública, el trabajo y la solución de controversias, muestran muy poco avance”, indicó el Wilson Center.

No obstante, el centro, en un análisis firmado por Laura Dawson, experta canadiense en comercio internacional, consideró que el TLC seguirá operando bajo las reglas actuales por un buen tiempo.

Explicó que el Tratado tiene el respaldo en el Congreso estadounidense —tanto de republicanos como de demócratas— y su eventual defensa en el poder judicial ante una embestida que realizara la Administración Trump.

“El Presidente y su Representación Comercial pueden proponer, pero en materia de comercio internacional, el Congreso tiene la última palabra”, señaló.

“Incluso si los demócratas ganan las elecciones intermedias (en noviembre), no necesariamente propugnarían por un alejamiento del comercio internacional.

“Y el sistema judicial sería la última línea de defensa en caso de que las organizaciones empresariales se alinearan para desafiar la autoridad del Presidente sobre asuntos comerciales”.

Consideró que si bien este último recurso no garantizaría la permanencia del TLC a largo plazo, sí podría, en su caso, retrasar por un buen tiempo la entrada en vigor de acciones extremas contra el comercio internacional.

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