La alta concentración de compras en un reducido número de empresas y el elevado nivel de discrecionalidad con la que se asignan estos contratos evidencian que el gasto público se ejerce más por compadrazgo que con criterios económicos, consideraron Manuel Molano y Max Kaiser.
Tras dar a conocer los hallazgos del estudio “Índice de Riesgos de Corrupción: el Sistema Mexicano de Compras Públicas”, los especialistas del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) afirmaron que esto se desprende de ver cómo cambiaron los proveedores más ganadores entre un sexenio y otro.
Las 73 empresas que más ganaron en 2016, explicó Kaiser, no figuraban en 2012, en ese año, el último de la Administración del panista Felipe Calderón, obtuvieron contratos que representaron el 2 por ciento de lo gastado por el Gobierno en compras públicas.
Estas mismas empresas, en 2016, bajo la Administración del priista Enrique Peña, obtuvieron contratos por un monto equivalente al 32 por ciento de lo gastado.
El mismo efecto, pero a la inversa, añadió Kaiser, tuvieron las 73 principales empresas que en 2012 se llevaron la mayor tajada, pues pasaron de obtener el 29 por ciento del gasto público en ese año a controlar sólo el uno pon ciento en 2016.
“Lo que esto te revela es que las relaciones personales sí importan, es un tema en donde de repente hay un cambio en el control del Gobierno, cambian las personas que están en el Gobierno y también cambia la plantilla de los proveedores.
“No estamos prejuzgando, igual sustituyeron gente muy mala con gente muy buena, no lo sabemos, pero sí es curioso que esto coincida con el ciclo político”, expuso Molano.
Kaiser dijo que es difícil pensar que este cambio en los proveedores más afortunados tiene una racionalidad económica, es decir, que surgieron empresas más innovadoras, con mejores productos y mejor tecnología, sino que efectivamente obedece a decisiones de tipo político.
“Conviene mucho observar dónde cae la curva azul y dónde inicia la curva roja y eso hace muy difícil pensar que sean criterios objetivos, técnicos, de nuevas alternativas, que el cambio tengan que ver con criterios objetivos.
“Entonces, la primera conclusión que podemos sacar de esto, es que los criterios personales y las relaciones personales son lo que ayuda a ser un mejor ‘competidor’ en el sistema de contrataciones públicas mexicano”, dijo.
Las 73 empresas más favorecidas en 2016 obtuvieron contratos por un monto de 127 mil millones de pesos, mientras que en el 2012 su participación fue de 6 mil millones de pesos.
