Para muchos es un simple papel, pero para los que acuden ante la Virgen de Guadalupe para “jurar” es un compromiso para dejar el alcohol.
Juan por segunda vez juró dejar de beber, esta vez se comprometió a hacerlo por 11 meses; como él, decenas acuden a “La Morenita” para abstenerse de consumir alcohol y drogas.
Afuera del Santuario de la Virgen de Guadalupe, en la colonia Obrera, la indicación es clara para cualquiera que se acerca a las puertas: “Juramentos 7:30 pm lunes a viernes”.
A esa hora ya hay filas para entrar, algunos van acompañados por familiares, otros se enfilan solos a la puerta.
Al entrar lo primero es ir por “la hojita”, no sin antes quitarse gorras y sombreros y apagar celulares, “porque luego fingen que les llaman para salirse, así nos la hacen”, advierte la mujer que vigila la entrada del salón.
“La hojita” es donde queda asentado el juramento, ahí se escribe la cantidad de meses que durará la abstinencia de alcohol o drogas, y el nombre y la dirección del interesado.
“Señor Jesús mío, porque quiero agradarte, porque quiero mucho a mi familia, porque deseo emplear mejor mi dinero, porque quiero cuidar mi salud.
“Te prometo no tomar bebidas alcohólicas, no drogarme, ni caer en otras adicciones durante (escriben el número) meses. Apártame de malos compañeros que me arrastren al desorden.
“Virgen de Guadalupe, ruega por nosotros, para que ninguno de este grupo quebrante su promesa”.
Estos párrafos se leen en un pequeño tríptico en cuya portada está la imagen del santuario y de la Virgen de Guadalupe.
En la misma ceremonia un integrante de alcohólicos anónimos invita a los presentes a integrarse a los grupos para llegar a su objetivo, luego un sacerdote se dirige a quienes juraron.
Éstos miran al suelo, con expresiones reflexivas, algunos incluso cerca de las lágrimas, y se puede ver uno que otro al parecer más resignado que convencdido.
Entre ellos está Juan, quien antes duró nueve meses sin beber alcohol porque “no hay como la ayuda divina”, dice.
Al final todos leen la petición de ayuda en folleto, es el cierre de la ceremonia, y la salida del lugar dejan unas monedas en la alcancía; ahora empieza lo más complicado.
