La dramática disolución forzada del Gobierno de Cataluña tras la declaración de independencia culmina hoy en unas nuevas elecciones.
En la capital, Barcelona, el comentario más frecuente en los corrillos ciudadanos no era otro que una crítica a los malabares que serán necesarios para poder votar.
“Yo no creo que sirva para algo. Todo seguirá igual de dividido. Por eso prefiero trabajar y no perder dinero con ir a votar”, comentó Lluis Martínez, un taxista de 56 años.
Esta será la primera vez desde 1986 en la que se celebra en Cataluña una votación en un día de trabajo ordinario, aunque los ciudadanos tendrán derecho a solicitar cuatro horas libres a sus empleadores para concurrir a las más de 8 mil casillas electorales.
“Será un día muy importante para toda Cataluña y yo haré uso de mi permiso para ir a votar”, comentó Jordi Jover, un empleado de una panadería de un barrio residencial de Barcelona.
“A mí me queda muy lejos y no creo que en cuatro horas pueda ir y venir hasta allí”, dijo en cambio su compañera, Ana Curull.
A pesar de este hastío aparente, los 5.5 millones de votantes catalanes irán masivamente a las urnas: más del 80 por ciento, según las encuestas. Y lo harán con la esperanza de que su boleta pueda ayudar a destrabar de una vez por todas la peor crisis que afronta España desde la vuelta a la democracia.
En medio de un clima político sin precedentes, con un ex Presidente en el exilio y un ex vicepresidente en prisión preventiva -y con ambos como cabeza de lista de sus partidos para estas elecciones-, las fuerzas independentistas y las constitucionalistas lucharán voto a voto por el control del Gobierno regional.
La desconfianza entre ambas facciones es tal que las formaciones separatistas han montado centros de cómputo paralelos a los oficiales, cuyas cifras anunciarán las autoridades designadas por la Administración central.
Asimismo, movilizarán unos 38 mil delegados por toda la comunidad autónoma, el doble que la de los otros partidos.
Las campañas se cerraron el martes y ayer fue un día llamado de reflexión que abrió la tregua de mítines y propaganda, pero que siguió su particular batalla en las redes sociales, la cual lleva meses sin pausa.
Sin embargo, no todos en Twitter fomentaron el conflicto.
“Mañana es un día muy importante para la historia de Catalunya. Dormid bien, descansad. El futuro está en nuestras manos. El poder lo tenemos nosotros con nuestros votos. Eso sí, quiero recordar algo: el resultado final será la voluntad del pueblo de Catalunya. Respetémoslo”, escribió en catalán el jugador del Barcelona Gerard Piqué.
