José Luis Zertuche sorteó muchísimos golpes en la vida, no todos necesariamente sobre el ring. Hoy, se encuentra con vitalidad, renovado y aunque desde abajo de la tarima, sigue priorizando al boxeo.

Recientemente, el Centro Deportivo CODE de Las Joyas abrió sus puertas con más expectativas que realidades… pero se edificó para de alguna manera, recordarle a José Luis Zertuche que su vida, e incluso el mantenerse vivo, se lo debe al boxeo.

Por eso, el ahora entrenador sabe de que de ese nuevo ring deben salir las nuevas figuras no solo de la ciudad, sino del país; “Este impulso me ha prendido, porque les digo a los chavos que aprovechen esto que yo nunca tuve.

“Me ha respondido la gente de Las Joyas muy bien, afortunadamente. Algunos son medio traviesos y dejan de venir, pero son buenos. La tirada es sacar uno o dos jóvenes de acá de Las Joyas, porque tienen un gimnasio muy bien equipado, al que le deberían de sacar provecho”, dice Zertuche, quien ha recibido hasta 60 alumnos en una sola ‘tanda’, aunque solo se mantiene la minoría.

Y es que con nostalgia, el también conocido por sus puestos familiares de elotes, recuerda la importancia de iniciarse bien en el deporte, de ser disciplinado, y sobretodo, de mantenerse; “Comenzamos yéndonos en camioneta y terminamos en avión y en hoteles de lujo. ¿Y sabes cómo lo hacía?, no robando o vendiendo droga como varios lo hacían, sino simplemente haciendo lo que me gusta”, recuerda Zertuche sobre el viaje a su primer Nacional de la especialidad en Puebla en 1993, donde salió triunfador para desde ahí destapar el envase del éxito.

Hasta lo más alto

“Lo mio empezó como un juego”, dice un jovial José Luis Zertuche al rememorar sus inicios.

Es por ello que ahora busca dejar huella en los jóvenes, a la par de alejarlos de los vicios, que refieren un mal constante; “yo solamente empecé para estar más fuerte en la banda donde yo me juntaba, pero me fui adentrando a la disciplina y adelgacé y dejé de salir porque me importaba ya competir en el boxeo, y así le empecé. Pesaba casi 120 kilogramos y bajé casi 60 con el boxeo, entrando al primer nacional con 67 kilogramos”.

Así, al poco tiempo, el nacido en el Distrito Federal pero radicado casi toda su vida en León, logró clasificar y hacerse de un segundo lugar en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, y posteriormente, en los Olímpicos de Sídney 2000, un puesto dentro del top ten. Había roto el destino, aquel que en su momento le había hecho viajar a los Estados Unidos en busca de una pizca de suerte en lo económico.

“Me tocó conocer muchos países, competir a nivel nacional e internacional. Entré a Juegos Centroamericanos, donde logré conseguir un segundo lugar y en los Juegos Olímpicos quedé dentro de los nueve mejores”, recuerda nostálgico.

Entorno de conformismo

Actualmente, el boxeo mexicano no vive sus mejores momentos; por un lado, existe desorden entre los organismos que le regulan y por otro, los nuevos talentos no terminan por ser ambiciosos ante sus oportunidades.

“Es algo complicado, ya no sé si son federaciones, asociaciones o qué son. Es difícil, porque los amateur ya pueden ser profesionales y es un dilema. El boxeo es un negocio, es un negociazo, la verdad”.

Finalmente, le recuerda a los jóvenes que ni los lujos ni las facilidades llevan al éxito… eso, solo lo traerá el trabajo diario de lidiar con ‘fantasmas’ y salir adelante, algo que sorteó el mismo “Elotero”.

“Mucha gente ya busca solamente hacer dinero y debutan a gente de 16 años y es complicado, es peligroso (…) A veces se marean con tan poquito, está padre viajar en avión, estar en un hotel bonito, pero hay que echarle ganas”, culmina Zertuche, para darse la vuelta y seguir entrenando al alumnado, a esos que les venda las manos, a esos que les quiere mostrar el camino.  

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