La incineración de mascotas es una labor que desde hace 12 años lleva a cabo la médico veterinaria Ana Estela Horta para dar una despedida digna y amorosa a los animales que llegan a ser parte de la familia.
La idea de esta práctica surgió luego de que la hija de la doctora cuestionara en dónde sería depositada Caty, su perrita que acababa de morir.
“Tenemos una hija con discapacidad y cuando murió Caty me dijo que a dónde se iría la perrita, ella no se refería a su alma, sino al cuerpo… mi hija ya tenía elegido un rosal porque ella también está en la situación de no saber qué pase con ella todo los días”, dijo la doctora.
Con sustento profesional, Estela pidió apoyo al Gobierno del Estado por medio de la Incubadora del Tecnológico de Monterrey, y su proyecto de negocio fue aprobado.
Perros, gatos, hurones, tortugas y conejos son algunos animales que han sido cremados, con un costo entre mil 200 y tres mil pesos.
El amor y cariño que una mascota puede dar a lo largo de su vida a su familia humana es el motivo principal por el que los dueños optan por la incineración.
“Es un apoyo emocional, psicológico de resolver problemas porque no contamina, y se pasa por el duelo que ya se asimila cuando reciben las cenizas”.
Aunque la veterinaria está ubicada en León, brinda el servicio a varios municipios aledaños, además de que otros colegas recomiendan la incineración o la ofrecen en sus negocios, pero siempre se lleva a cabo con la doctora Horta.
El proceso desde que llega el cuerpo de la mascota hasta que las cenizas son entregadas, puede tardar hasta 24 horas.
Andrea Pérez decidió incinerar a su perrita Melody hace seis meses, cuando se decidió “dormirla” para evitarle más sufrimiento.
“Su corazón comenzó a crecer y para evitar el sufrimiento tanto de ella como de nosotros optamos por dormirla”, recordó la joven.
Fue por medio de una vecina, que Andrea supo sobre este servicio.
Aunque por el momento las cenizas están en la oficina de su mamá, la familia ha optado por comprar una maceta, colocarlas ahí y plantar un rosal blanco como algo simbólico.
“Es la forma más linda y sobre todo digna de despedir a un ser tan querido que llega a formar parte de nuestras vidas”, dijo Andrea.
