Hace unas semanas y víctima de cáncer, Luis Zermeño Rico falleció a los 78 años de edad.
El surrealismo caracterizaba la obra del artista leonés que dedicó su vida al arte y la creatividad.
Nació en la ciudad de León un 19 de noviembre de 1938, como el mayor de 4 hijos del matrimonio de Luis Zermeño Cabrero y Asunción “Chata” Rico.
Heredó el talento para los trazos de su madre quien al igual que sus hermanas Andrea y Guadalupe Rico, disfrutaban de pintar.
Luis realizó sus estudios en el Instituto Lux, y cuando era niño y le dejaban de tarea dibujos, la señora “Chata” se los hacía, hasta que un día su maestra lo descubrió y lo puso a hacer el mismo dibujo trazo que el niño superó.
Luis descubrió el talento que poseía relacionado con las artes plásticas, ya que también el moldeado en plastilina era uno de sus pasatiempos favoritos.
A los 7 años de edad tomó clases de dibujo con la maestra Mariquita Martínez, donde fue perfeccionando su técnica. De niño su sueño era trabajar en Disney como dibujante.
A mediados de la década de los años 60, el joven concluyó sus estudios de preparatoria, y a la hora de elegir su carrera profesional, optó por la arquitectura.
Viajó a la Ciudad de México para ingresar a la Universidad Iberoamericana, donde comenzó sus estudios profesionales y en sus tiempos libres tomaba clases con el maestro Segoviano.
Al poco tiempo se dio cuenta de que quería ser un artista plástico así que dejo la escuela y comenzó a tomar clases en La Academia de San Carlos, en la capital del País.
Regresó a León donde inició a vivir del arte, pintando retratos, pero también obras surrealistas en las que las hadas, nomos, ángeles y otros seres mitológicos eran los protagonistas.
Cuando el artista conoció la obra de la pintora surrealista Remedios Varo, se descubrió influenciado por la española de ahí que su fuente de inspiración fueran los niños.

Los colores vivos y un estlo surrealista caracterizaron las obras del autor leonés./Foto: Cortesía
Durante su vida el artista realizaba viajes de varias semanas por varios países en los que aprovechaba el tiempo para conocer museos, lugares históricos y disfrutar de la gastronomía.
En los 80 Luis y su amigo Juan José Aurellio, remodelaron una casona ubicada en la calle Hidalgo y el Blvd. Adolfo López Mateos, la cual convirtieron en la Plaza Bazar 1900.
En ella se encontraban tiendas de diversos artículos, hasta un restaurante, algo muy parecido a un centro comercial que en esos tiempos no existía en León; el artista le ‘metió mano’ a un vagón de tren y lo convirtió en una juguetería.
Cuando Luis Zermeño comenzaba a crear se transportaba a otra dimensión, él pensaba un tema, comenzaba a crear y conforme la marcha, iban saliendo cosas que el artista no tenía contempladas.
Él tomó la decisión de compartir sus conocimientos y talento por lo que impartía clases a sus amistades cercanas; él veía las sesiones como su momento de terapia, más que un trabajo.
“Luis tenía la virtud de ser buen pintor y buen maestro, porque para ser buen maestro se necesita tener paciencia, y nos dirigía y nos mostraba como hacerlo para aprender de él, sin hacernos el trabajo”, dijo Alberto Estrada Hermosillo, quien fue alumno del maestro desde 1994 hasta los últimos días de vida del artista.
“Era extraordinario, excelente maestro, ahora voy a batallar por quien siga enseñándome, porque sé que no voy a encontrar otro maestro tan bueno como él”, compartió.
El artista era gran admirador de María Antonieta, Maximiliano y Carlota de Habsburgo y la actriz Audrey Hepburn, quien decía que era la mujer más hermosa, su película favorita era “Blanca Nieves y los 7 Enanos” y su personaje favorito Peter Pan, sus familiares nos compartieron que él decía que era ese personaje.
Luis no sólo pintaba o dibujaba, también esculpía figuras y tenía habilidades para la decoración, que le eran muy reconocidas por las personas, como don Roberto Plascencia Saldaña, quien, en su periodo como alcalde de León, le encargaba el diseño de los carros alegóricos del desfile del aniversario de la ciudad.
Su festividad favorita del año era la Navidad, y lo demostraba con los árboles que decoraba y los Nacimientos que montaba en su casa.

Uno de sus personajes históricos favoritos era María Antonieta, de quien realizó varios retratos./Foto: Cortesía
La gastronomía era importante en la vida de Luis Zermeño Rico, quien era un excelente cocinero.
Él siempre decía ‘que, sin sopa, no era una comida’, le gustaba mucho cocinar cremas, lengua al cacahuate y seguir las tradiciones culinarias, como con el fiambre, con la receta de su abuela”, dijo Martha Pons Zermeño, sobrina del artista.
Durante su vida Luis Zermeño Rico contó con una amiga incondicional, la señora Luchi Zermeño quien además de ser su prima hermana era su más grande admiradora. Ella posee una colección de pinturas de las distintas épocas del artista.
Apenas en agosto del año pasado, Luis Zermeño fue operado del corazón. Sus familiares coinciden en que a partir de ahí su salud fue mermando.
A mediados de este 2017 el artista entregó ultima pintura, la cual fue un retrato de la nieta de una amiga y clienta; continuaba dando clases, a veces sólo supervisando el trabajo de su alumnos.
Dos meses antes de su muerte, acaecida el 20 de agosto pasado, los doctores detectaron que su cuerpo estaba invadido de cáncer. ël decidió tratarse desde su casa, donde estuvo rodeado en todo momento del amor de sus familiares.
“Su última salida de distracción fue a ver la obra de Remedios Varo, en el Museo de Arte e Historia de Guanajuato, él nos explicó cada una de las pinturas”, dijo Liliana Pons Zermeño.
Sus familiares y conocidos lo recordarán por siempre como un ser lleno de fantasía que los llevo a vivir en su mundo mágico como él lo hacía.
