El 18 de agosto de 1973 miles de personas fueron testigos de la tragedia más grande presenciada en Irapuato, la inundación en la que mucha gente murió al quedar atrapada en sus casas bajo el agua, otras más en las calles y trabajos.

Todo esto generado por el desbordamiento de la presa El Conejo I.

Ese día, algunas personas veían como pasaba la corriente de agua, llevándose a su paso a personas y animales, así como artículos, coches y hasta ataúdes.

Luego de tres días el agua bajó y las personas comenzaron a buscar a sus familiares.

 

La causa

Las intensas lluvias y algunas fallas reportadas en bordos principalmente en la presa El Conejo I, seis presas se desbordaron ocasionando que el 90% de las construcciones de adobe quedaran completamente destruidas e inhabitables. La gente desesperada por la situación y sufriendo las inundaciones, cuyo nivel de agua llegó hasta los dos metros, se resguardaba donde podía, incluso en los techos de las construcciones más altas.

Una tragedia que no distinguió a ricos y pobres.

 

El testimonio

A 44 años de la tragedia, el señor Martín Banda Martínez, de 58 años, relató lo que  vivió en esa inundación.

“Recuerdo que mis papás tenían una bodega de almacén de frutas y dulces por la calle Leandro Valle, pasó una camioneta anunciando ¡Ya viene el agua… ya viene el agua… se reventó la presa..! pero decían que no nos preocupáramos que el agua no subirá más de 15 centímetros”, recordó. 

Los 200 mil habitantes de Irapuato sufrieron cuantiosas pérdidas en su agricultura, industria, comercio y hogares.

“En ese entonces mi madre y mis hermanos se encontraban en casa en la calle Matamoros, yo me fui al trabajo, colocamos unos ladrillos en la entrada de la puerta, de pronto comenzó a llegar el agua y fue subiendo, comenzamos a subir cosas del almacén y como pude regresé a casa con mi madre para ayudarla”, dijo

Pero las pérdidas más significativas fueron las vidas de algunos irapuatenses que no lograron sobrevivir a la tragedia. 

“Todos nos refugiamos en la azotea, pasaron las horas y el agua seguía subiendo, se reventaron algunas bardas de varias de las casas aledañaS,  sin duda fue uno de los momentos más desesperantes porque por donde mi padre tenía su negocio se veía como pasaban flotando las personas ya ahogadas”, recordó con un nudo en la garganta el señor Martín Banda.

 

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