A México le falta matar, punto.

Sin duda alguna se celebra cuando se le juega de tú a tú al campeón de Europa y ante el mejor jugador del mundo, pero también, por lo visto ayer en Kazán, se queda con el mismo sabor agrio de otras ocasiones en las que está claro que se pudo haber ganado.

El gol de Héctor Moreno en el último suspiro no sólo rescató para el Tri un punto en la Copa Confederaciones, lo salvó también del ‘como nunca y como siempre’ que en otros torneos internacionales nos ha dolido en el hígado y en el alma.

Hay muchas aristas para analizar luego del partido contra Portugal, en el que se tuvo mejor tiempo de posesión del balón y mayor dominio territorial, pero fueron los lusitanos los que se percibieron más peligrosos al atacar.

Los aztecas europeos de los cuales dispuso Carlos Osorio para enfrentar a diez portugueses y Cristiano Ronaldo, sudaron la playera con esa famosa presión alta e impusieron el son a tocar sobre el césped. Sin embargo, es bien sabido que no solo con el esfuerzo basta.

Portugal tiene años jugando así, retraído y esperanzado en ese contragolpe que se hace letal teniendo a un jugador como Cristiano. 

Pero es aquí donde podemos cuestionar el funcionamiento tricolor, pues todavía no queda plasmado con claridad una contundencia en el ataque y una firmeza en los modos de defender, tan solo comenzando por tener a un primer escudo en el centro del campo más habituado a ofender que a recuperar.

Hay claros en la cancha que se dejan a merced del rival y que nos llevan al traste cuando mejor se domina. Claro ejemplo el gol de Cuaresma que tuvo todo el tiempo para amagar a Ochoa con un Layún a kilómetros de estar en su zona de marca.

Cuando al Tri de Osorio le ceden la iniciativa se atreve, pero no aniquila. Gran diferencia con los equipos grandes que si les dejas el balón te descuartizan sin piedad. 

Cuando el Tri de Osorio le atacan, tiembla. Ayer Memo Ochoa se agrandó debajo de su meta y desvió hasta los autogoles que ya se cantaban.

El empate a dos entre México y Portugal, conjugado con el triunfo de Rusia ante Nueva Zelanda, orilla a los tricolores a vencer a los de Oceanía y jugarse el pase a las semifinales contra los anfitriones.

Si nos apegáramos a la lógica, el cuadro que jugó ante Portugal le ganaría relativamente fácil a los neozelandeses, pero sabemos que en el modo de ser de Osorio esta lógica no existe. 

Por ello cabe la pregunta si es necesario sacrificar la personalidad mostrada por los once de ayer para dejar de nueva cuenta la puerta abierta a las rotaciones. Al menos no creo que Giovanni pueda hacer lo mismo que ofrece Vela, tal cual sucedió ayer en un cambio con sus dotes de inexplicable.

México nos hizo sacar el grito del pecho al empatar en la agonía y si de gritos hablamos, Osorio lanzó los suyos expresando el merecimiento de un triunfo sobre el rey europeo a sabiendas que esto no se gana con méritos sino con goles. 

Osorio, ya es tiempo de aprender a matar. Hay calidad en las piernas del Tri para dar el salto y no vivir de rescatar partidos, sino de ganarlos. 

Además, de merecimientos ya tenemos añales y de procesos hacia los quintos partidos, más. 

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