Ezequiel Amézquita dejó huella en el futbol en San Francisco del Rincón, falleció a los 73 años de edad, tras formar importantes jugadores.
Como un hombre de principios que enseñaba antes que cualquier otra cosa… Disciplina, así es como familiares, amigos y compañeros de juego recuerdan a “El Patola”.
“Si somos un buen equipo fuera (del campo), lo seremos mejor dentro”, fue una de las frases que distinguió a Ezequiel “El Patola”, algo que siempre decía y que fue además, uno de los muchos valores que promovía.
El señor Ezequiel fue supervisor de fábricas de sombrero, sin embargo, su pasión siempre fue el futbol; como entrenador atesoró éxitos y vio crecer a varios jugadores con calidad y potencial para el balompié.
Su más grande legado fue la formación personal que de una u otra manera dejó en cada una de las personas que lo conocieron y lo honran por su valor y calidad como ser humano.
‘El Río Verde’
“El Patola” forjó una amistad inquebrantable, y con ella llegó lo que todos sus conocidos señalan como su segunda familia, su familia de “El Río Verde”.
Y es que ese era precisamente su punto de reunión entre las calles Allende y Álvaro Obregón, ahí se ubica el lugar que le dio nombre a uno de los equipos más importantes de la época y que por varios años fue dirigido por Ezequiel Amézquita.
En 1973, después de que se formó el equipo del Río Verde, Alfonso Arriana invitó al señor Ezequiel como entrenador, su gusto por el deporte ya era conocido, pues antes había dirigido a equipos como Resgo y España.
Y después de estar por casi 40 años al frente del Río Verde, descansó un año y regresó al futbol para participar con Furia Verde.
En su trayecto como entrenador, apoyó el desarrollo de muchos jugadores, como Jesús Felipe, Pablo Torres, J. Luz Muñoz, Natividad Salazar, Carlos Luna, Fortino Navarro, Alfonso Quezada, “El Pato”; Carlos Bravo, Blas Guerrero, Lupe Moreno, “El Buitre”; Mayo Pacheco, Trino García, “El Gato”; Artemio Hernández, Antonio Serrano, Francisco F., “Cremas”; Tito Clemente, Martín Amézquita, Antonio, “El Misi” y Alberto Santibañez, “El Tripa”, entre muchos otros.
Futbol de pasión
“Como entrenador no hay ninguna persona tan recta como él, estricto. La disciplina era su prioridad. Para llegar a jugar futbol decía que era necesario saber, pero además ser disciplinado”, recuerda Rogelio Paredones, “El Roy”.
Quienes participaron en los juegos de esos años recuerdan que el futbol de la época era por pasión.
Los campos se llenaban hasta con 300 personas, y en las semifinales y finales llegaron a reunirse más de 2 mil aficionados, mencionan los amigos del señor Ezequiel al recodar los torneos.
“El Patola” era precisamente un defensor del futbol deportivo, de evitar las peleas y conflictos, aun cuando la pasión por este deporte llevaba a algunos enfrentamientos.
“Él no permitía que la porra ofendiera a los contrarios, menos que los jugadores nos metiéramos en problemas, otra de sus frases era ‘Quiero fuerza sin mala intensión’, enseñaba dedicación y respeto al deporte”, recuerda José Luz Muñoz, “El Loco”.
Su matrimonio
La señora Ma. Engracia Felipe, su compañera durante 56 años de matrimonio y madre de sus 7 hijos, también fue su cómplice en la aventura con el futbol.
“Sus jugadores eran como sus hijos, nadie le podía decir nada de ellos o de un partido, porque si no estaba de acuerdo se molestaba; aunque también sabía reconocer cuando era cierto lo que se le decía, pero contra sus jugadores… nada”, dijo la señora Engracia.
Quien además de ser su compañera, también compartía el gusto por su pasión del futbol, y se encargaba de preparar la comida para celebrar los triunfos, para prepararse a los partidos y hasta para tener camisas y casacas limpias.
“Los mejores jugadores de San Francisco, los dirigí yo”, fueron palabras del “El Patola”, y que familiares, amigos y jugadores reconocen como una realidad.
