Alicia se recostó en el bote de remo y observó manchas azules titilar entre las ramas. Escuchó el sonido de los remos salpicando en el agua conforme el bote subía el río Támesis desde Oxford, y de sus hermanas Lorina y Edith riendo, pero principalmente escuchaba al señor Dodgson tejiendo un cuento sobre otra Alicia, una niña que había caído por el agujero de un conejo y ahora estaba teniendo una aventura maravillosa en una tierra maravillosa. Cuando las niñas regresaron a Oxford ese 4 de julio de 1862, Alicia pensó en pedirle al señor Dodgson que escribiera la historia.

Alicia era Alicia Liddell, la hija de 10 años de edad de Henry George Liddell, el decano de la Christ Church, el mayor college de la Universidad de Oxford. El señor Dodgson era Charles Lutwidge Dodgson, un conferencista de matemáticas en la Christ Church, diácono recién ordenado en la Iglesia de Inglaterra, lógico brillante y cuentacuentos.

Él accedió a la petición y durante los siguientes meses registró la historia en un manuscrito que ilustró y le dio a Alicia como regalo de Navidad en 1864.

Animado por amigos, incluyendo al escritor de fantasía George MacDonald, extendió el libro, comisionó las ilustraciones al cartonista político John Tenniel y lo publicó por su cuenta bajo el nombre Lewis Carroll. En los 150 años desde la publicación de “Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas”, ha influenciado creaciones tan variadas como “Finnegans Wake” de James Joyce, ilustraciones de Salvador Dalí y una sopa de falsa tortuga del chef británico Heston Blumenthal. El libro y su autor fueron notables: el primero por su divergencia total de las historias moralistas para niños hacia un mundo de subversivo sinsentido, el segundo por talentos tan diversos como matemáticas y lógica, fotografía y poesía y una habilidad, alimentada por su hogar de infancia con 11 hermanos, de entretener y conectar con los niños.

Tan fantástico como era, “El País de las Maravillas” estaba arraigado en el lugar en que Dodgson vivió y trabajó: la ciudad y alrededores de Oxford con su antigua universidad, sus “chapiteles de ensueño” y el campo que lo rodea. Oxford es una ciudad llena de turistas y tráfico, cuyos escaparates, en el sesquicentenario de “El País de las Maravillas”, desbordan mercancía de Alicia; pero si uno escucha con atención, si uno se inclina entre los arcos de piedra, abre puertas de roble que rechinan y desciende a los callados caminos de la ribera, uno todavía puede encontrar el Oxford de Charles Dodgson y Alicia.

Me propuse descubrir ese lugar, comenzando por el college Christ Church, donde Dodgson vivió desde 1851 hasta su muerte en 1898 a la edad de 65 años y donde Alicia vivió desde que tenía tres años hasta su matrimonio en 1880.

Los visitantes entran al college a través de los edificios Meadows, erigidos por Henry Liddell, el decano, en 1862. Las primeras habitaciones de Dodgson fueron los claustros, y ahí vi la gran entrada Norman a la sala de reunión -ahora llamada la puerta de la Reina Alicia, por una entrada similar en la ilustración de Tenniel en “A través del espejo”.

Luego de subir por una escalera de bóveda de abanico hecha famosa por las películas de “Harry Potter”, entré al Gran Salón bajo el imponente retrato del padre de Alicia. Dodgson escribió a un “amigo niño” que cenó ahí “unas ocho mil veces”. El retrato de Dodgson cuelga a un lado de aquellos de otros miembros distinguidos del college. Alto en el muro izquierdo, un vitral retrata a Dodgson y Alicia Liddell. Pero me sentí atraído por los morillos en las chimeneas. Cada una de esas bellezas de latón tiene la cabeza de una mujer sobre un cuello imposiblemente alto -justo como Dodgson dibujó a la Alicia de 2.75 metros de altura en su manuscrito.

Regresé entre olas de turistas de todo el mundo hacia la parte baja de la escalera y a través de un arco de piedra en el Gran Cuadrilátero bañado por el sol. Dodgson vivió en la esquina noroeste del Cuadrilátero de 1862 hasta su muerte: primero en una suite de planta baja, donde escribió “Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas”, luego en una suite más arriba con vistas a Saint Aldate. Opuesto a su escalinata, en la esquina noreste del Cuadrilátero, está el decanato, donde Alicia vivía.

Charles Dodgson y la familia Liddell fueron amigos cercanos desde el momento en que conoció a la familia en 1855 hasta 1863, cuando la relación se enfrió -un cambio que ha conducido a especulaciones y debate entre eruditos y novelistas por igual. Continuó viendo a la familia de vez en cuando pero la intimidad previa (a veces visitas casi diarias, juegos e historias) se había ido. Dodgson, un soltero que vivió en habitaciones universitarias por el resto de su vida, siguió teniendo montones de otros amigos-niños, muchos de los cuales permanecieron en términos cercanos luego de alcanzar la adultez. Pero siempre recordó a Alicia, quien inspiró sus mejores escritos, con especial cariño. Alicia tuvo tres hijos, dos de los cuales murieron en acción en la Primera Guerra Mundial. Vivió una vida callada hasta que en 1928 ofreció en subasta el manuscrito original de “Alicia” y se hizo conocida como “la Alicia original”. Como tal viajó a Nueva York en 1932 para recibir un grado honorífico de la Universidad de Columbia. Murió en 1934.

Pasé por un sobrio recordatorio de la vida posterior de Alicia -su hijo Leopold Reginald Hargreaves está listado en un memorial en la Christ Church, entre los muertos de la Primera Guerra Mundial. Ingresé a la catedral. Ahí encontré una posible inspiración para el seudónimo de Dodgson, Lewis Carroll. Dodgson creó este apodo latinizando su nombre Charles Lutwidge a Carolus Ludovic, luego invirtiendo el orden y deslatinizándolo a Lewis Carroll. Conforme estudié el memorial de 1823 en el transepto norte conmemorando a Charles Lewis Atterbury, cuyos nombres cristianos en latín en la tabla de piedra se traducen como “Carolus Ludovicus”, me pregunté si este era el lugar que inspiró a Dodgson a jugar con latín conforme creaba su nom de plume.

Gran parte del vitral de la catedral es victoriano. En la punta este de la isla sur se encuentra una ventana de 1978 de Edward Burne-Jones con influencia Prerrafaelita, que retrata a Santa Catalina. La figura está basada en Edith, la hermana de Alicia, inmortalizada no sólo en un vitral sino también como el Aguilucho. Edith, quien tenía 8 años cuando Dodgson contó la historia, murió en 1876 a los 22 años de edad. Su tumba y la de sus padres están justo afuera de esta ventana.

Caminé a lo largo de la terraza de tierra levantada en el lado este del cuadrilátero, hasta que llegué a una puerta de madera con paneles góticos -una de las muchas puertas de Oxford que esconden lugares privados. Esta es la entrada al lugar de infancia de Alicia, hasta este día la residencia del decano de la Christ Church y su familia. El hogar no está abierto al público, y la puerta permaneció cerrada. Los primeros registros en el diario de Dodgson de haber conocido a Alicia son del 25 de abril de 1856, cuando visitó el jardín del decanato para tomar una fotografía de la catedral. Pronto volvió su lente hacia los niños que, escribió, eran “modelos no pacientes”. En los años que siguieron, Dodgson tomó montones de imágenes de los niños Liddell, mostrando notable proeza artística en el complejo y difícil método fotográfico de colodión húmedo.

Algunas de esas imágenes estaban a la muestra en la Biblioteca Superior de la Christ Church, generalmente no abierta al público, en una exhibición que incluyó fotografías de la familia Liddell y una cámara de colodión húmedo lista y apuntando hacia afuera de la ventana. Una rápida mirada a la placa en la que la imagen estaba enfocada llevaba a una revelación -todas esas miles de fotografías que Dodgson tomó estaban invertidas. No es sorpresa que Dodgson situara su secuela de “El País de las Maravillas” detrás de un espejo.

Dodgson fue el subdirector de biblioteca de la Christ Church de 1855 a 1857 y desde su oficina podía mirar hacia el jardín del decanato. Desde la parte superior de las escaleras curvas, tuve una vista similar y pude observar una puerta de madera empotrada en un muro de piedra. Esta puerta lleva del jardín del decanato hacia el jardín de la catedral, y la pequeña Alicia generalmente la encontraba cerrada. No es una coincidencia que pasara mucho de su tiempo en “El País de las Maravillas” tratando de encontrar el camino hacia el “jardín más encantador que jamás hayas visto”.

Decidí poner atención a la excursión durante la cual se inventó el cuento de “Alicia”. Así, tres días después, mi esposa, mi hija y yo salimos de viaje para remar río arriba desde Folly Bridge (Puente del Disparate) hasta Port Meadow (Puerto Prado), recreando el viaje que Dodgson, Robinson Duckwort y las Liddells hicieron en 1862.

En Folly Bridge rentamos, como Dodgson, un bote de remo de Salters Steamers. Para los menos intrépidos, Salter ofrece un crucero que visita varios lugares donde Dodgson remó con las niñas Liddell. Poco después de dejar atrás el puente, nos encontramos en un pacífico estrecho del río donde los árboles cuelgan por encima de los bancos y el tráfico era un zumbido distante. Esos estrechos se alternaban con un paisaje más urbano. Dejamos atrás Oxford, camino a Osney Lock, tal y como Dodgson y su grupo hicieron. Mientras nos impulsaba corriente de arriba, los únicos sonidos eran el mugido del ganado, el salpicar del agua y el chirrido de los escálamos.

Remar, descubrí, es una perfecta metáfora de cómo Dodgson compuso su historia. No puedes ver hacia dónde estás yendo cuando remas, y sólo con indicación de mi esposa e hija pude mantener el bote hacia la dirección correcta. Así fue con Dodgson. Como escribió años después, había comenzado por enviar a su “heroína directo hacia abajo por un agujero de conejo, para empezar, sin la menor idea de lo que iba a suceder después”. Gracias a la insistencia e interrupción de las niñas la historia avanzó.

Llegamos a Port Meadow, un vasto espacio abierto usado para pastoreo durante 4 mil años, adornado hoy por gansos, patos y la ocasional garza azulada. Aquí el grupo de Dodgson desembarcó con su picnic, y él siguió con su historia. Luego de nuestro propio picnic, nos detuvimos en The Perch, un pub en la ribera opuesta al prado, para un viaje a la pequeña aldea de Binsey. La caminata nos condujo a la aislada Iglesia de Santa Margarita y su pozo sagrado.

De acuerdo con la leyenda, Santa Frideswide fundó un lugar de adoración en el sitio de Christ Church alrededor del año 700 DC. y después huyó a Oxford para evitar un matrimonio indeseado. Llegó a Binsey, donde rezó a Santa Margarita para pedir agua fresca, y un pozo brotó. En la Edad Media, Binsey se volvió un destino para los peregrinos, y el pozo, el cual se decía que tenía poderes curativos, se hizo conocido como el “pozo del tesoro”; siendo tesoro una palabra medieval para “líquido curativo”. Cuando el Lirón le cuenta una historia a Alicia durante la Fiesta del Té, él coloca a tres hermanas (que representan a las tres Liddells) al fondo de un “pozo del tesoro”. En principio Alicia objeta que “no existe semejante cosa”, y luego (sin duda pensando en Binsey) concede que “tal vez haya uno”.

En mi último día en Oxford, me quedé en la nave de la Iglesia de Santa Frideswide mirando a la puerta de madera. La tradición sostiene que Alicia, una talentosa artista, talló el panel superior de la puerta en los años de 1880 para una iglesia en Londres. Las bombas casi destruyeron la iglesia, y la puerta regresó a Oxford. El panel retrata a Santa Frideswide, de pie en un bote de remos, que regresa corriente abajo a Oxford desde su exilio en Binsey. Cuando esos felices días de verano de la niñez de Alicia fueron un recuerdo distante, ella eligió tallar a una joven mujer en un bote de remo en el Támesis, viajando hacia la inmortalidad.

 

Traducción: Jéssica de la Portilla Montaño.

Cuento de Lewis Carroll

1862 fue el año en que una excursión en bote por el río Támesis fue la base del relato de Alicia en el País de las Maravillas.

1865 fue el año de la publicación del libro, con ilustraciones de John Tenniel.

Walt Disney 

La visión infantil

 Fue el decimotercer largome-traje animado de la compañía Disney.

 Está basado tanto en Alicia en el País de las Maravillas como en Alicia a través del espejo.

 Se estrenó el 28 de julio de 1951.

Más de 750 artistas trabajaron durante un año en la creación de la película, usando más de 350 mil dibujos y pinturas.

Se usaron más de mil tonos diferentes de acuarela para captar los colores del País de las Maravillas.

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