A Carlos Peña se lo comió la Bestia. Al Gullit se lo terminó devorando el personaje y nadie hizo nada por ayudarlo.
Pero, ¿qué pasó?
La Bestia, así es como como le terminaron por conocer sus compañeros en el terreno de juego, mote nada fuera de lugar ni alejado de la razón al referirse al despliegue físico, más que se semejante al de un animal, a base de músculo, instintito y entrega.
Pero cuando Carlos Peña llegó a León, se presentó como El Gullit, buscando consolidar la promesa que le dijeron era para el futbol. Cumplió con un proceso más que callado en la era de Tita, para explotar al punto más alto de la mano de Gustavo Matosas.
El Gullit nunca fue líder en el campo de juego, nunca fue el mariscal que alzara la voz y por sí sólo se echara el equipo en hombros. Sus condiciones explotaban cada que lo arengaban y lo arropaban.
Si las Chivas querían a un líder a quien seguir, se equivocaron. El Gullit es talento al servicio del que mejor sepa moverlo.
En el León le dijeron que todo lo podía y cuando todo lo pudo, le dejaron de decir Gullit para llamarlo Bestia. El peor error de Peña fue creerse el personaje: ya no hubo lugar para la crítica. De la misma gente que aceptaba elogios, rechazaba las críticas. La Bestia llevó al Gullit a la Selección y la misma Bestia fue la que le impidió jugar más de 10 minutos en el Mundial.
El futbol, los goles y la gloria ya le eran poca cosa. La Bestia quería más y lo encontró.
Los últimos torneos con el León vivió del apapacho y encontró en la familia que hizo en el club, su mejor bálsamo para dar las que hasta ahora han sido sus últimas luces futbolísticas.
Todo se torció afuera del campo. Descuidos y algunos excesos aumentaron su distanciamiento: El Gullit y La Bestia van por caminos separados. Pero no hubo y, en este momento, tampoco hay, nadie que lo ayude a entender la diferencia.
¿Dónde está la gente que vive de él, como su representante; donde está El Pollo Necochea para ayudarlo a entender que el camino que está tomando no es el adecuado, que tiene que dejar de creerse La Bestia para regresar a ser lo que fue?
Carlos Peña necesita de un padrino, un tipo al que le puede marcar a cualquier hora, en cualquier momento cada vez que esté en problemas o con tentación. Nadie cuestiona que tenga el futbol para jugar donde sea, pero la pregunta es ¿tiene la capacidad de digerir todo lo que está viviendo?
¿Quién se hace responsable por la cerrera de un gran jugador, que a leguas se nota que no ha podido vivir con la misma fuerza fuera de la cancha?, ¿dónde está la responsabilidad de los que de él han logrado sacar un beneficio y que lejos de ayudarlo, aumentan más y más a La Bestia y poco a poco siguen enterrando al Gullit?
