Doña María de Jesús García Méndez fue una mujer excepcional que deja como un gran legado el amor a su familia y al prójimo.
“A que no me ganas” es la frase que acuñó cuando alguien le decía que la quería mucho.
Nació el 31 de mayo de 1911 (en plena Revolución) en la ciudad Zamora, Michoacán.
Doña Jesusita o “Chita”, como cariñosamente le llamaban sus familiares y amigos, dejó este mundo terrenal a la edad de 105 años el lunes pasado, acompañada de sus seres queridos, para llegar al encuentro de Dios y de su adorado esposo, don Ángel Vázquez Negrete, quien fuera alcalde de León en el período 1964-1966.
Procreó nueve hijos: Magdalena (“Nena”), Eulalia (“Lala”), Ángeles, Ángel (+), Jesús, Francisca (“Paqui”), José, Rafael y María. Ahora su familia está integrada por 33 nietos, 59 bisnietos y tres tataranietos.
“Fue una mujer que vivió, amó y respetó intensamente. Una mujer hermosa, sensacional, que era toda entrega y que le ponía todo el corazón a lo que hacía”, narró la “Nena”.
“Siempre encontró el equilibrio necesario; fue una enamorada hasta el final de su vida”, agregó.
La querida “Chita” siempre fue tan altruista y generosa que dejó una gran herencia de amor y misericordia a su numerosa familia.
El 10 de noviembre de 1938 contrajo matrimonio en la parroquia del Carmen, en la ciudad de Zamora, Michoacán, con el que sería el compañero de su vida.
Hija de una familia con grandes principios morales y valores que supo transmitir e inculcar a sus nueve hijos.
Sus papás fueron José María García y Eulalia Méndez, quienes dieron vida a 10 hijos.
Siempre le gustaba presentarse como María de Jesús García de Vázquez Negrete, en reconocimiento al gran amor que le profesó a su esposo, a quien se entregó en cuerpo y alma.
Sus familiares la recuerdan emprendedora y entusiasta, quien siempre sabía ver el lado bueno de las cosas y que nunca criticaba a nadie.
Desde joven aprendió corte y confección y ella misma les hacía la ropa a sus hijos, quienes le agradecían y amaban entrañablemente.
“Pese a sumar más de un siglo de vida siempre mostró lucidez de pensamiento, con decir que aún le gustaba jugar dominó hasta los últimos días de su vida”, señaló su hijo Jesús Vázquez García.
“Fue una mamá que es un ejemplo de vida, una bendición de Dios. El secreto de su longevidad fue que llevó una vida sana, disciplinada y con una buena alimentación”.
“Siempre tuvo un gran corazón del que emanaba una gran paz espiritual, llena de generosidad y no de crítica, ni de meterse con nadie”, aseveró.
Como primera dama de la ciudad, cuando su esposo Ángel Vázquez Negrete era alcalde, promovió y regaló miles de desayunos escolares con apoyo de un grupo de voluntarias.
Le gustaba cocinar y heredó todas sus recetas y secretos culinarios a su hija María.
Su familia no se olvida de cómo algunos presidentes de la República llegaron a degustar su exquisita comida en sus visitas a León y fueron recibidos por su esposo, entre ellos Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz.
“Nos enseñó a rezar el rosario y nos transmitió la esperanza, fe y alegría de vivir; tenía un gran apego a Dios”, contó su hija “Lala”.
“Siempre se le reconoció en la sociedad por su generosidad, prudencia y paciencia”, dijo uno de sus nietos.
Hasta los últimos años siempre gozó de los cuidados de su familia, en especial de una de sus hijas que se convirtió en su ángel de la guarda.
“Siempre tuvo una fe inquebrantable y no temía ir al encuentro de Dios, porque decía que Él es misericordioso”.
“Decía que sólo le daba tristeza dejarnos, pue ya no nos volvería a ver”, añadió.
Otro de sus legados es la valentía para enfrentar las adversidades.
“Porque a lo largo de su vida hubo cosas adversas, inesperadas, y a pesar de eso ella siguió viendo la vida color rosa. Resumo su vida en una sola palabra: Amor”, subrayó su hija María.
“Sus hermanos decían: Chita fue una hija muy responsable y entregada en su casa, muy moderada y una buena administradora”, compartió.
A doña María de Jesús le encantaba viajar y tuvo la oportunidad de conocer al Papa San Juan Pablo II en El Vaticano.
“Su historia se resume en cuatro letras: Amor. Jesusita nos deja un compromiso para siempre: El respeto, la armonía, la sencillez, la modestia, la dignidad y la honestidad a carta cabal”, aseguró su hijo Rafael.
“Nos deja un amor sin resentimientos, sin rencores, sin reclamos, sin recelos, con grandes sonrisas, paciencia, cariño, prudencia y perdón para todos”, finalizó.
