Uno de los máximos anotadores del equipo La Piedad en Segunda División y Primera A, fue Marco Antonio Rincón Negrete; un bajito de estatura con gran entrega en el campo que lo llevó a vestir la playera de varios equipos a nivel nacional.
Pero no sólo eso, Marco también se ha distinguido por ser un ejemplo a seguir por las nuevas generaciones, pues además de haber sido un jugador excelso, ahora como entrenador presume un campeonato de Segunda División y es buscador de talentos, para una escuela de ‘Chivitas’ Campeche.
Inicios
Allá en el Barrio de Las Colonias, Marco Antonio Rincón Negrete comenzó a demostrar cualidades para el futbol, primero en la calle con sus vecinos, luego en el Club Vanguardia, posteriormente en Mastines Negros de Tercera División que le dio el impulso para llegar a Reboceros de La Piedad.
Para Marco, se quedó grabado el momento en que entre él y sus vecinos querían armar un equipito de futbol, pero no se concretó pues el hijo del dueño, se enojó y todo se vino abajo.
“Pero los demás compañeros y yo fuimos a ver a Don Trinidad Arzate Marrón, el encargado del Club Vanguardia; el señor nos recibió amablemente y nos dio la oportunidad de jugar en su equipo. Yo apenas tenía 8 años”, recordó.
Su habilidad para cuidar el balón, pero sobre todo su olfato de gol, fueron factores para que Marco destacara con los guindas del Vanguardia. Ahí fue visto por directivos del futbol profesional de La Piedad y lo llevaron para que jugara en Mastines Negros de Tercera División, esto a finales de los 80’s.
Ese niño bajito, habilidoso y rápido resaltó con el Vanguardia en categorías mayores pero siempre demostraba su mejor desempeño y capacidad goleadora.
Llegada a Reboceros
Durante la época de los ochenta, el Club Reboceros de La Piedad era propiedad de la familia Ibarra, concretamente de Pepe, quien siempre tuvo buen ojo para encontrar talentos en el futbol llanero de la ciudad y la región; fue Pepe quien invitó a Marco Rincón para que jugara para el equipo de Segunda División.
“Por mi manera de jugar sólo duré un año en Tercera División con los Mastines Negros y de ahí me dieron la oportunidad para jugar con los Reboceros en Segunda Nacional”, compartió feliz el ex rebocero.
Con apenas 16 años, Rincón Negrete llegó al campamento Rebocero comandado por Nacho Martínez, quien lo alineó poco durante esa primera campaña en Segunda.
Su ímpetu por seguir aprendiendo lo llevó a entrenar arduamente y al final del torneo, el joven Marco Antonio Rincón ya era titular con el equipo de sus amores.
Además en ese entonces, las campañas eran largas (38 juegos) y tuvo la oportunidad de seguir fogueándose.
“Me tocó la fortuna de meter goles en mis debuts, primero en Tercera ante el equipo Salmantino de Salamanca, luego en Segunda contra un cuadro de Salina Cruz de Oaxaca”, relató.
Marco Rincón jugó para Reboceros, desde la campaña 1987 hasta la 1996, toda una carrera donde marcó decenas de anotaciones.
Después de La Piedad, Rincón jugó para otras escuadras de Primera A como: Real Sociedad de Zacatecas, Alacranes de Durango, Venados de Mérida y Halcones de Querétaro.
Se lo llevan a santos
Cuandos los dueños del Zacatecas vendieron el equipo al grupo Modelo -y por ende al Santos-, el entrenador santista Zurdo López, vio un partido por televisión de Zacatecas contra Veracruz donde Marco se despachó con dos goles que lo llevaron a Torreón.
El técnico dio oportunidad a Marco Rincón, quien jugó varios juegos en Primera Nacional con ese plantel.
Sin embargo, cuando se fue el Zurdo, pocos minutos le dio el nuevo entrenador del Santos, equipo del que salió en breve. Después, llegaría a los Pumas de la UNAM, club que lo compró en el draft de 1995l y con quienes realizó pretemporada en los Estados Unidos.
“Hice toda la pretemporada con ellos y cuando ya iba a firmar el contrato me regresaron porque en mis estudios médicos aparecían que la tibia tenía 10 agujeros, producto de una cirugía y de una placa que recién me habían retirado”, con rostro nostálgico nos relató esa parte.
Marco Rincón reconoció que su estilo de juego rápido era un arma de doble filo, pues era difícil de detener y los rivales siempre buscaban hacerle falta; por esto tuvo más de 8 fracturas que lo llevaron al quirófano en su carrera.
Su retiro fue jugando para Venados de Mérida, luego de 17 años de carrera como futbolista profesional.
“Tenía 33 años de vida cuando decidí dejar los campos como jugador, pero seguí en esto como entrenador, incluso con Reboceros de Segunda y Reboceritos de Tercera”, dijo.
Anécdota de Marco
“En 1988 yo ganaba poco dinero y a veces no alcanzaba ni para los zapatos, en ese momento yo no tenía y fue el Atlas a jugar un partido amistoso.
“A los jugadores nos regalaban 2 boletos para entrar al estadio. Yo le di uno a mí papa y el otro a un compañero a cambio de que me prestará sus zapatos para jugar ese partido”.
“¡Lo que no sabía es que él era talla 7 y yo del 6!” – relató con carcajada sonora Marco- “así que les rellene la punta con algodón y así jugué; incluso metí el gol del triunfo ante el Atlas”.

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