Hace tres décadas, Guanajuato tenía una modesta actividad de comercio exterior.
Las empresas guanajuatenses enviaban al extranjero principalmente calzado, pieles y vegetales. Los volúmenes de exportación eran reducidos y la industria metalmecánica todavía no destacaba en las estadísticas.
General Motors, la primera gran empresa armadora que llegó a Guanajuato, no tenía ni siquiera planes de instalarse en Silao.
Eran los inicios de los años 80 y las empresas locales tampoco sabían lo que significaba la amenaza de las importaciones masivas de calzado o de textiles.
En ese entorno, fue que llegó al estado de Guanajuato Miguel Ángel Franyutti, un personaje que se volvió clave en la promoción del comercio exterior.
Como pionero en servicios aduanales, Franyutti fue testigo de la evolución de la industria guanajuatense de las últimas tres décadas. En sus inicios, los empleados de su agencia tenían tiempo libre, por la escasa actividad, mientras que ahora viven jornadas intensas, por el boom exportador.
Un reconocimiento a su vínculo entre los industriales y los prestadores de servicios, fue su reciente nombramiento como Cónsul Honorario de Japón.
Su pasión

Muchos conocen de su pasión por el comercio exterior, de ser el pionero en temas aduanales en Guanajuato y su nombramiento como Cónsul Honorario. Pero muy pocos saben de su gusto por el béisbol y su afición a las Águilas Rojas de Veracruz.
A sus 70 años, Miguel Ángel Franyutti nos regaló un espacio en su dinámica agenda para compartirnos sus inicios, sus momentos más representativos y nos adelanta que ya piensa en el relevo generacional.
“Existen momentos en que uno debe dejar la batuta en manos de los hijos, aunque eso no significará que me desprenderé por completo, pues no sabría qué hacer en tanto tiempo libre”.

¿Cómo nace su gusto por ser parte de la cadena logística?
En 1978 nace la inquietud y tuve la oportunidad de estar presente en un evento en que entregaron una patente aduanal a un amigo y colega: Manuel Mendoza Horta, él empezó siendo agente aduanal, lo felicité y le dije: créeme que has logrado algo muy importante. Y su respuesta fue: bueno, ¿y tú por qué no te preparas? Inicia tu preparación para obtener una patente. Ese comentario momentáneo, me abrió la inquietud.

Una vez que decide su profesión, ¿qué tan complicado fue lograrlo?
Comencé a prepararme, sucedió en la Ciudad de México. Al poco tiempo, presenté la solicitud y me llegó la invitación para presentar el examen, para mí fue una grata sorpresa por lo rápido y yo ya llevaba cierto tiempo capacitándome, fue grato y agradable saber que había aprobado el examen y luego esperar a que hubiera una posibilidad… En ese entonces las aduanas estaban completas en el número de patentes que la Secretaría de Hacienda otorgaba a cada aspirante. Pero se alinearon los astros y se abrió convocatoria de agentes aduanales para tres aduanas: Monterrey, Querétaro y Guanajuato. Y a finales de 1983 recibí la noticia de que me tocaba una de las dos agencias aduanales que dieron para el estado.

Entonces usted fue pionero en Guanajuato y eso generó todo un reto, ¿es correcto?
Sin duda, fue tocar muchas puertas, primero para presentarnos ante autoridades, empresarios, gente de aduanas. Luego difundir de qué se trataba todo el tema del comercio exterior para crear una cultura al respecto y el siguiente paso fue buscar el perfil de personas para ser parte de nuestra agencia aduanal; buscamos en universidades sobre todo a egresados. Traje a toda mi familia, nos gustó mucho el estado y estaba convencido de que era una gran oportunidad profesional de emprender de forma independiente la profesión, fue la realización de algo que tenía tiempo atrás. A principios de 1984 yo abro la oficina en León, iniciamos la apertura, tenía dos empleados, y a veces hasta les sobraba tiempo.

¿Cómo fueron esas primeras semanas al frente de Proeci (su agencia aduanal), considerando el poco conocimiento que había respecto a sus servicios?
Lo más cercano a una agencia aduanal eran oficinas de ventas de atención a clientes. Yo tenía la ventaja de que podía operar aquí. El sector que siempre estaba presente era cadena cuero-calzado, me acerqué a los curtidores, buenos importadores y empezamos con ese sector y con las fábricas de calzado; vieron con buena oportunidad que sus mercancías se despacharan en aduanas locales y tuve mucho apoyo del gobierno por las facilidades para que la aduana pudiera empezar.
Estábamos alejados de la urbanización, llovía y llegábamos por la vía del tren y hoy gozamos de una buena avenida y carretera León a Irapuato que se conectará con Delta-Puerto Interior, estaremos en el parque industrial en 20 minutos cuando mucho.

De 1984 a la fecha, ¿cuáles son para usted sus principales tres objetivos cumplidos en su carrera profesional?
Somos poco más de 60 personas (en la agencia Proeci) y es una gran satisfacción poder voltear y ver a muchos jóvenes, convive uno, conoce sus ganas de aprender, sus inquietudes. Una segunda conquista son las certificaciones, los distintivos porque esto obliga a implementar nuevos procedimientos. La tercera sería el nombramiento como Cónsul.

Precisamente sobre ese tema, platíquenos ¿cómo se da la propuesta de ser Cónsul honorario de Japón en León?
El nombramiento fue algo que viví desde la primera llamada que recibí del señor Embajador de Japón. En ese momento me pregunté de qué se tratará y no me dijo mucho, vino al Cervantino en Guanajuato, en 2014 fue Japón país invitado y me invitó a desayunar en la capital del estado. Me compartió que en el corto plazo tenían pensado en un consulado primero representado con un Cónsul Honorario y a partir de enero de 2016 un consulado general. Hubo una segunda reunión, luego una invitación a la casa del Embajador de Japón en México y en abril fue la presentación oficial. Fue un momento inolvidable.

Respecto al tema de las exportaciones y la aún dependencia con el mercado de Estados Unidos, ¿cuál es su opinión?
Algo que me gusta de esta profesión es que es muy dinámica. De un día a otro pueden cambiar tratados, disposiciones, aprovechar los tratados las empresas, incluso ahora el Tratado Trans Pacífico (TTP) es una oportunidad que se debe de aprovechar desde el punto de vista empresarial. El 80% de las exportaciones van al socio principal que son Estados Unidos y que bueno, pero hay que buscar incrementar diversificación de exportaciones, un reto importante de empresas y la cadena logística desde el transporte, agentes aduanales, autoridad, es un reto que siento que debemos tenerlo en cuenta y aprovechar organismos como la Coordinadora de Fomento al Comercio Exterior (Cofoce) y la Comce que apoyan. Organizarnos para aprovechar mejor las oportunidades.

¿Existe algún otro reto que considere debe trabajarse?
La infraestructura, necesitamos apoyar más las facilidades y la seguridad. Por ejemplo, para conectarnos con la carretera 57 que va de Querétaro a San Luis Potosí existe un nudo en la carretera a la altura de Villa de Reyes, no existe manera de que esto se destrabe.
BMW, que se está instalando en esa zona, va ser el que resuelva esa situación. Es un tramo no mayor de 20 kilómetros y desde luego seguir trabajando en la seguridad de carga y transportación porque agiliza en tiempos de traslados. Es complicado, se está trabajando fuerte, pero falta mucho.

¿Qué hace Miguel Franyutti fuera de su oficina?
El béisbol me gusta mucho, mis equipos son los Yankees y las Águilas del Veracruz, veo los partidos, procuro hacer ejercicio poco, no como realmente quisiera, acostumbro dar una vuelta al Parque Metropolitano. Tengo 70 años, no puede uno abusar de la salud. Me gusta convivir con la familia, tengo 3 hijos, 5 nietos. Una hija vive en Monterrey con su familia, dos hijos en León y disfruto cada momento a la familia.

¿Existe alguna similitud entre el deporte del “diamante” y ser empresario?
Los deportes me gustan mucho, el que he practicado y me gustado más es el béisbol, yo considero que el béisbol es un deporte que te tiene la mente siempre pensando en qué puede pasar, tienes que pensar si intervienes qué vas a hacer, me gusta. Es un deporte que mantiene la mente activa. Jugué poco, en Veracruz la segunda base y tuve oportunidad de conocer a Beto Ávila, primer jugador latino que ganó el título de bateador con los Indios de Cleveland, y jugaba precisamente segunda base. Fue el primer latino campeón robador de bases, triunfo que no era fácil.
En la primaria y secundaria fue donde practique más el béisbol, ya en la preparatoria fue menos, es un deporte que al igual que ser empresario requiere estar siempre atentos, hacer equipo y moverse rápidamente si es necesario.

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