Agustín Cervantes/ La Piedad
Llegó a La Piedad a la edad de seis años sin siquiera imaginar que en estas tierras encontraría un hogar; un sitio donde cumpliría el sueño que se trazó desde niño: jugar futbol profesional con Reboceros de La Piedad .
Alfredo “El Negro” Tapia García  nació en el poblado de Curimeó, Michoacán el 25 de agosto de 1948.
Sin embargo, desde muy pequeño su familia se mudó a La Piedad porque su madre tenía parientes en esta localidad. Aquí, el niño Alfredo y sus hermanos se fueron haciendo de amistades en el barrio de Santa Ana. Su apodo se lo dieron en su propia familia. El negro, era efectivamente el más moreno de entre sus hermanos, por lo que así se le quedó.
Por esos rumbos, Alfredo Tapia y sus hermanos asistieron a la escuela primaria donde conocieron a Don Trinidad Arzate Marrón, maestro de profesión y un apasionado del futbol.
Fue entonces, cuando el profesor Arzate descubrió que Alfredo Tapia era un dotado: corría a una velocidad endemoniada y poseía gran técnica individual. Así, Don Trino decidió invitarlo a jugar a su Club, El Vanguardia, uno de los más famosos y consolidados de la Liga Infantil.
“Yo era bueno para correr, de hecho, fui atleta representando a mis escuelas, sobre todo en secundaria. Corría los 100, 200 y hasta 400 metros planos, siempre me gustó correr y era una de mis cualidades”, externó Tapia García.
Ese niño bajito, pero muy habilidoso para jugar por los costados de la cancha, siguió su paso por el Club Vanguardia, llegando a la categoría de juveniles. Un día lo vio jugar el entonces entrenador de Reboceros de Segunda División en los años sesenta, La Marrana Castañeda, a quien le llenó el ojo.
“Me acuerdo que fue un domingo a las 12 del día, porque antes en el estadio se programaba el mejor partido de la categoría a esa hora y pues de ahí, muchos jóvenes logramos ser vistos por los entrenadores”, recordó.
Y agregó, “se me acercó el técnico del equipo La Piedad y me dijo que buscaba un chamaco con mis cualidades, que yo las tenía pero dudaba porque yo era muy pequeño; sin embargo, me animé a ir a entrenar y al domingo siguiente ya estaba debutando en Segunda División”, compartió.
El amargo debut del Negro Tapia
Llegó el día en que el joven del Club Vanguardia jugó para Reboceros. Lo hizo en un clásico, ante los ‘Chongueros’ del Zamora. Empezó el partido con las revoluciones al tope por el extremo derecho esa joven promesa, e incluso al minuto de juego ya había conseguido su primer gol con La Piedad. Sin embargo rápido se le esfumó la alegría a Alfredo.
“Pero en ese primer tiempo me lastimaron. Mi habilidad y rapidez me dejaban al peligro de los defensas de esa época, recios en su marcación; no dejaban pasar nada. En una jugada donde intentaba escaparme a toda velocidad, me derribaron con una entrada fuerte sobre mi rodilla derecha y me lastimaron”, recordó en tono triste.
Esa lesión dejó al “chaparrito” Alfredo Tapia fuera de los campos por tres meses y se truncó su paso por los Reboceros de La Piedad en Segunda División.
Cuando regresó, lo hizo en grande pues se integró el equipo que el uruguayo Donald Ross armó para competir en Segunda División con posibilidades de ascender. Quienes hayan visto jugar a ese plantel de Reboceros, saben que es uno de los mejores a nivel historia.
Fue el mismo uruguayo que le dio el primer campeonato al Guadalajara, quien llegó a La Piedad y buscó a lo mejor de equipos como Cruz Azul y Pumas; entre esos jugadores de época destacaron otros piedadenses como Salvador y Coyo Vargas.
En ese mismo equipo, Alfredo Tapia compartió minutos de juego con los jugadores de primer nivel, que bajo la buena dirección de Ross demostraron resultados en la cancha. En la primera vuelta del primer torneo largo, los auriazules consiguieron el primer lugar.
Ya en la segunda vuelta, Reboceros terminó como cuarto, lo que dejaba escapar el gran sueño de ascender, “lamentablemente, la directiva ya no tuvo para pagar a los que venían de Primera División como refuerzos y pues el equipo se vino abajo”, confesó el Negro Tapia.
Ese campeonato, Alfredo Tapia era considerado dentro del once titular del extranjero Donald Ross aun cuando figuraban grandes jugadores, pues el chico de La Piedad se ganó la confianza del entrenador por su manera de desbordar al ataque.
“Él mismo me decía -Tapia, juegas como en Europa que con dos pases cruzas la cancha y más por tu  rapidez, por eso me gusta como juegas y te considero parte de mi cuadro titular- todavía recuerdo sus palabras hacia mi estilo de juego”, externó.
Cambio a la Ciudad
de México
A finales de los 60, Alfredo Tapia se fue a estudiar a la Ciudad de México al Instituto Politécnico Nacional (IPN), donde además de haber estudiado la Licenciatura en Admistración integró al representativo del ‘Poli’ que jugaba torneos de reservas contra equipos de Primera Nacional y universidades.
“Un día en un juego ante las reservas de Pumas, me vio desde lejos el técnico de Reboceros y me preguntó por qué andaba allá en esos rumbos de la capital; me dijo -regrésate a La Piedad, allá te queremos ver jugar todavía-”, relató.
Sin embargo, no volvió inmediatamente a su pueblo. Ya estando en la Ciudad de los Palacios, corrió con la fortuna que entrenadores como Felipe Papadópulos, el entonces director técnico de Pumas, le pidió a Alfredo Tapia que se quedara con los unversitarios. “Pero no me animé porque me dio miedo, ya que no hubo quien me aconsejara si me  convenía jugar en Pumas o regresarme a La Piedad”, contó Tapia.
Durante ese tiempo allá en la capital del país, “El Negro” probó suerte también con el América en fuerzas inferiores, pero en el conjunto de Coapa nunca pudo llegar al primer equipo; nunca entregó todo pues seguía con un deseo de volver a su tierra piedadense.
“Con las Águilas, José Antonio Roca habló conmigo y quería integrarme a su equipo. Me acuerdo que me decía, -nosotros ahorita tenemos lesionados al Monito Rodríguez y a Borbolla, tú eres extremo y pues ahí entrarías-”, recordó.
De regreso en La Piedad  aunque venía con la intención de jugar, ya no fue posible había un ambiente diferente en el vestidor, además el grupo ya estaba conformado y mejor optó decir adiós a las canchas.
La etapa de directivo
Alfredo Tapia García en la campaña 1975-1976 fue invitado por Pepe Ibarra para que se integrara como directivo de los Reboceros al lado de gente como Alfonso Martínez Pegueros, su compadre Jesús Bañales, el Arquitecto de La Paz, entre algunos otros.
“Y me animé a estar ahora como directivo, nada más que fue una temporada triste porque de la categoría de Segunda Nacional, el equipo descendió a Segunda B; pero luego tuvo su triunfal regreso a la rama donde nació la historia de este gran plantel.
Quedaron muchos recuerdos grabados para Alfredo Tapia como jugador y directivo, por lo que es uno de los Reboceros que no siendo de La Piedad, se enamoró de esta tierra cuna de grandes figuras del balompié.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *