Agustín Cervantes/ La Piedad
Eran finales de los años 50 y en el barrio de Las Colonias muchos niños sobresalían por su gran talento en el futbol. Cada tarde reafirmaban su capacidad con la clásica “cascarita” que se disputaban las calles Licenciado Rafael Reyes, Justo Sierra y Homobono Melgoza; entre esos chamacos futboleros  destacaba Guillermo Hernández Ayala.
Hijo del matrimonio formado por María Luis Ayala León y Nicolás Hernández, Guillermo fue parte de una lista de seis hermanos, entre los que destacan Carlos y Roberto que también jugaron futbol profesional. También integraban esa familia de los Hernández Ayala, Nicolás y Jorge, así como Amelia.
Inspirados por su padre, Don Nicolás Hernández quien en 1951 formó parte del equipo La Piedad que ascendió a Primera Nacional, cada tarde se iban a la calle para jugar al futbol con sus amigos.
Ya en los años sesenta con una técnica más depurada, Guillermo Hernández se integró a equipos amateur como el San Pío X, donde le comenzó un interés mayor por el balompié. “Mis primeros años jugué como guardameta. Era un sueño de mi padre verme jugar como portero, porque él cuando estuvo en Reboceros fue el segundo del equipo, cuando el titular era Don Enrique Aguilar”.
“Entonces mi papá quería que yo fuera portero, la verdad sí me gustó en los primeros años esa posición; pero luego crecí y le pregunté al encargado del San Pío X, Inés Marta, cuál puesto de la oncena era el más difícil y me dijo: la media cancha”.
Sus deseos por seguir en el futbol y en otra posición lo llevaron a probar suerte como mediocampista, pero su sorpresa es que, el técnico del San Pío X, no lo dejó jugar esa posición; lo quería en la meta.
“Fue entonces cuando decidí cambiar de equipo amateur y me fui al Vanguardia, donde sí me dejaron en la media cancha y ahí, poco a poco fui destacando de manera increíble”, nos reveló Guillermo Hernández.
A los 13 debutó en Zona Centro
En 1968, Guillermo Hernández Ayala se convirtió en el jugador piedadense más joven que se integró al representativo de Zona Centro de este municipio, con apenas 13 años muchos no lo querían por su calidad de benjamín.
“En las oportunidades que me dieron de jugar fui ganando experiencia y perdiendo el miedo, eso me ayudó mucho porque más tarde por iniciativa mía, fui a buscar otros horizontes pero ya a nivel profesional”, recordó.
Así, a principios de los 70 el joven Guillermo, viajó a la ciudad de Guadalajara donde logró formar parte de las fuerzas inferiores, juveniles y reservas de las Chivas, pero tras notar su talento lo mandaron al segundo equipo.
“Por las mismas ganas que tenía de llegar a una Primera División en esos equipos inferiores le ponía todas las ganas. Un día el entrenador de reservas, Cuco Ponce, le dijo: “No te puedo meterte en reservas porque eres aún muy pequeño de edad, vamos a darle oportunidad en este torneo a los más grandes, porque la temporada que sigue los vamos a cepillar, entonces aguántame un rato”.
De vuelta al terruño
Sin embargo el joven carácter del piedadense lo encaminó de vuelta a La Piedad. Llegó con ‘la espinita clavada’ de que pudo haber dado el salto de calidad para jugar en Primera División, porque sus cualidades se lo permitían.
Pasaron algunos meses en el terruño y Guillermo Hernández fue perdiendo interés por el futbol, incluso su papá lo invitaba para que acudiera a los entrenamientos, pero el joven Hernández en ese entonces, se dedicó a esperar y a ejercitarse por su cuenta.
“Un día, trotando en la unidad deportiva se me acercó un directivo del equipo La Piedad, me dijo -¡Ven Hernández!, el entrenador de Reboceros quiere hablar contigo-; era Rafael ‘Tribi’ Anaya”, relató.
Ese técnico venía de Guadalajara donde conoció a Mario Arrona, el entonces director de laz fuezas inferiores del Guadalajara. Él lo recomendó y de inmediato lo contactó en La Piedad para que se integrara a los Reboceros de los años setenta.
“Y pues me animé a ir a probar suerte, y se armó un buen grupo en esa época con otros compañeros como Cuco Estrada, Ramón Zambrano, Balta Herrera; muchos más que no me acuerdo de todos en este momento”, agregó.
Fueron 11 años los que jugo con la playera de los Reboceros de La Piedad y de sus primeros años, tiene gratos recuerdos pues La Piedad siempre peleó por los primeros lugares de la Segunda División Nacional.
“Llegamos a varias liguillas y semifinales ante rivales como el Zacatepec, los Osos Grises que aún recuerdo; fueron de las más bonitas porque nos quedamos a un paso de estar en una final por el ascenso otra vez a Primera Nacional”, exclamó.
Lo perseguían monarcas y la pandilla
Tanta fue la entrega de Guillermo Hernández en la cancha, que equipos como Morelia -al que ya había enfrentado en Liguillas-, lo buscó para llevarlo a los entonces ‘Canarios’ quienes buscaban un ascenso con pura gente de Michoacán.
“Recuerdo que el directivo me comentó, -mira la idea es organizar un equipazo que esté de líder y busque el ascenso, pero queremos que sea con pura gente del estado, andamos buscando lo mejor y pues tú entras ahí –me decía el directivo; incluso quería también a Cheo Ayala”, reveló Hernández Ayala.
Pero el muchacho tampoco aceptó pues prefirió mantenerse en La Piedad, el equipo que lo vio crecer. Denegó también la propuesta de Monterrey y decidió luego de 11 años con Reboceros retirarse como jugador.
Auxiliar y técnico de La Piedad
A principios de los 80, Reboceros estrenaba directiva. Tomó las riendas del club, José Ibarra, quien había conocido a Guillermo como jugador y el entrenador Nacho Martínez, lo recomendó.
“Bueno ahí el profesor Ignacio Martínez, me invitó a ser parte de su cuerpo técnico gracias a que mis hermanos, Roberto y Carlos, jugaban para él. Además me recordó que yo era de aquí y quien mejor que yo para ser su auxiliar”, finalizó Hernández.
En esa década Guillermo Hernández, probó suerte como entrenador pues después de varias jornadas, Nacho Martínez dejó el equipo. Quedó entonces él con la encomienda de fungir como el técnico interino auriazul.
“Es un bonito recuerdo. Estuve al frente 9 juegos de los cuales gané 7 y estuve a punto de llegar a una liguilla, pero se perdió un juego crucial ante el Deportivo Jalisco. Puedo decir que tuve buen debut como encargado del equipo La Piedad”, comentó.
Pero consiente que tenía que prepararse más, en los años 90 fue invitado para asistir a una escuela de entrenadores en Guadalajara y con el apoyo de Macario Reyes que en esa etapa era el Presidente del Club La Piedad (Primera A), durante varios meses se actualizó en aspectos técnicos, tácticos y del temas propios del futbol.
Eso le sirvió porque más tarde sería entrenador del mismo equipo de Primera A, entrando al quite por Manuel Aranda quien se fue al Altamira y más delante, también dirigió al Cavadas de Tercera División Profesional.
Hoy en día, Guillermo Hernández, es entrenador de la Selección del Tecnológico La Piedad con el que ha logrado varios sub campeonatos y terceros lugares durante 10 años en el deporte estudiantil.
Su mote, su herencia
A este personaje, la gente lo conoce al igual que a sus hermanos Carlos y Roberto Hernández, como “Los Barriles” pues es una herencia de su padre Don Nicolás que ascendió en 1951 con los Reboceros de La Piedad.

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