Tortas de 10 pesos y hasta un sombrero en forma de Águila, todo lo que un aficionado necesita para ver a su equipo se vende antes de entrar al estadio.
“Acá uno tiene que venir a trabajar, que con las palabras se le antoje a los aficionados la semillas”, y enseguida Jorge Amador grita “coma semillas para que no se coma las uñas”.
Playeras tiradas al piso y los vendedores mostrando la calidad, lo bien hechas que están, casi idénticas a las originales pero más baratas.
“No me traje mi playera por eso compré una, sólo es para el momento, ya después si funciona la seguiré usando, pero la mía no estaba limpia”, platicó José Conde, aficionado de León.
En promedio son 30 comerciantes los que se encuentran ofreciendo el recuerdo, la bandera, lo último en moda para asistir al estadio y los accesorios que hacen de una espectador un verdadero aficionado.
La competencia entre cada vendedor está marcada por una línea imaginaria que en algún momento, si alguien la cruza para vender su mercancía, podría desencadenar una verdadera guerra.

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