Agustín Cervantes/ La Piedad
De ese barrio tan recordado en la década de los 50’s y 60’s, por ser cantera de grandes futbolistas, José Antonio Meza Ibarra, “El Ninche”, se siente orgulloso cada vez que se nombra ese lugar. Hoy en Historias Reboceras se presenta parte de su trayectoria con el equipo de sus amores: La Piedad.
Ese joven corpulento destacaba en el extremo izquierdo en cada juego con el equipo amateur del Atlético, sin embargo poco a poco fue ganando camino logrando al tiempo ingresar al equipo local, que en ese entonces jugaba en Segunda División.
Le tocó jugar con el plantel guinda en la Zona Centro, una categoría que en aquellos años tenía gran nivel de competencia; ahí se foguearon muchos jóvenes de La Piedad antes de debutar a nivel profesional con Reboceros.
José Antonio Meza recordó que en el año de 1956 vistió por vez primera la playera auriazul al lado de algunos héroes que en 1951 habían logrado la hazaña conseguir el ascenso a Primera División.
“Pues te puedo mencionar a varios, entre ellos Cosme Castro (El Abuelo), Trinidad “El Carpo”, “El Quiche” Vargas; fueron muchos, pero no recuerdo ahorita bien a todos, pero eran grandes compañeros”, recordó.
Previo a su debut con Reboceros, “El Ninche” afirmó que en la Zona Centro sí se jugaba por puro amor al deporte, aunque en ese entonces lo que los jóvenes querían era jugar al futbol en esa categoría, donde el pago en ocasiones era con equipo deportivo.
Debut con sabor a despedida
Para “El Ninche” no fue nada fácil su inicio como profesional. Él mismo comentó, “pues yo pensé que iba a ser debut y despedida por que en el partido, me tocó pegarle a una pelota en los linderos del área grande, de esas fáciles para meter gol, pero mi disparo apenas y llegó con fuerza a las manos del guardameta”.
A la semana posterior de ese partido celebrado en La Piedad, con estadio lleno, todo el pueblo comentaba el error: “Había una peluquería en el centro a donde acudían muchos aficionados. El lunes por la mañana me toco estar ahí y escuchar a un fulano que le preguntaba a otro ¿Viste cómo falló el gol ese debutante con Reboceros?, Creo que le dicen el Ninche”, apuntó el veterano.
“Yo me quedé sin decir nada. Ni quería ir a los entrenamientos, pero al final regresé y al juego siguiente de Reboceros me tocó hacer un gol, luego otro y hasta el sueño me regresó, porque no podía ni dormir de aquella primera mala experiencia en mi debut”, aseveró.
“El lunes fui a la peluquería de nuevo y llegó el mismo señor que me había criticado. El encargado le preguntó, ¿Cómo viste los goles del chamaco, El Ninche? El otro ya no dijo nada y desde ese momento me tuve confianza”.
Ahí perdió el temor al público y con el tiempo, Antonio Meza se hizo un jugador de primera. A finales de los 50 emigró al Club Tampico quien solicitó sus servicios luego de verlo cómo corría por la pradera derecha.
Al norte del país
Su llegada al equipo de Tamaulipas, reconoció, se debió a que en ese entonces había dos jugadores de La Piedad allá. Uno era “El Zorro” Vargas y el otro Salvador Vargas, los dos buenos jugadores que abrieron camino a otros piedadenses para aquel plantel del norte del país.
También jugó para el San Luis, pero muy poco tiempo, ya que en aquel entonces ese cuadro potosino atravesaba momentos críticos en lo económico, por lo que la Federación Mexicana de Futbol eliminó de la competencia a ese conjunto.
Después, a inicios de los 60’s, José Antonio Meza regresó de Estados Unidos a donde fue a probar suerte ya que se había casado y era más complicado mantener a su familia, por lo que tuvo que tomar la decisión de retirarse del futbol profesional.
“Me acuerdo muy bien que en San Luis teníamos un compañero que era de los pocos que estaba casado. Todos los días pedía prestado y pues, la mera verdad, me dio miedo andar así más adelante, por eso mejor me fui al “norte” para ganar dinero y mantener a mi familia”, confesó José Antonio Meza.
Se codeó con los grandes
Pese a lo económico, su paso por el balompié profesional fue satisfactorio y gratificante. Aún recuerda haber entrenado con los grandes del balompié mexicano, uno de ellos era el cinco veces mundialista, Antonio “La Tota” Carbajal, de quien tiene grabados momentos agradables cuando El Ninche lo entrenaba en la ciudad de León, en Guanajuato, cuando jugaba para el conjunto de La Fiera.
“Cada que terminaba un entrenamiento, me llamaba para tirarle centros al área grande y era casi a diario”, dijo sobre el ex jugador esmeralda.
El Ninche fue también buscado por el conjunto cementero del Cruz Azul, pero ya en su parte final como jugador profesional con los Reboceros. “Pero para la Máquina ya era complicado, porque yo estaba un poco pasado de peso y no me arriesgue a ir”, comentó.El propio José Antonio Meza Ibarra aseguró: “Pero ninguna de todas esas experiencias tan lindas, me llenó más que la de haber vestido la playera del equipo más grande de este pueblo, Reboceros de La Piedad”.
Su apodo, espontáneo
Para este personaje y como era costumbre en aquellos años que se conocía a los futbolistas más bien por su apodo que por su nombre, El Ninche, no sabe ni de donde surgió pero le gustó y así se le quedo para siempre.
“No, la verdad no me acuerdo si mis compañeros lo sacaron de alguna caricatura o algo así…pero al final me conocían por ese mote y me gustó y hasta la fecha muchos me identifican”, remató orgulloso el ex rebocero.
