El ser paramédico lo lleva en la sangre, es parte de la herencia que le dejaron su padres: servir a la sociedad en el área médica, lo hace con un compromiso de poder ayudar a quien lo requiere; joven, dinámica y entregada a su actividad. Así se describe María Fernanda Jiménez Sandoval, con 25 años de edad y 8 de servicio dentro de corporaciones de auxilio en La Piedad, ahora se desempeña dentro del H. Cuerpo de Bomberos, Rescate y Salvamento de Michoacán I.A.P. delegación La Piedad.
María Fernanda inició como rescatista en el 2008 como una parte de su distracción, pero más tarde ingresó al curso de Técnico en Urgencias Médicas y se quedó.
Señala que su padre José Luis Jiménez Arévalo, quien también fue paramédico en Cruz Roja, le heredó esta actividad, además del casco que conserva con mucho cariño, respeto y admiración.
Dijo la paramédico que de los cuatro hermanos que son en la familia, solo a ella le llamó la atención seguir la actividad de su padre; este último intentó regresar a esa actividad en Rescate, pero el trabajo que realiza ya no le permite desempeñarse como paramédico.
Para ser paramédico, señala María Fernanda, se requiere además de los conocimientos; voluntad, humanidad, servicio, humildad, entre otras virtudes que deben tener quienes desean ayudar a la ciudad.
En esta actividad hay miedo, sobre todo al tener que salir a un servicio de urgencia o atender a un amigo o familiar. Recuerda que ya ha ocurrido esto, al salir a un accidente donde le tocó atender a un amigo suyo, por la gravedad de las lesiones, falleció; eso es lo que le produce temor.
“Se sale a servicio con la finalidad de atender a un lesionado, pero el ver que se trata de un amigo, queda la responsabilidad de haber podido hacer más, pero a veces la consecuencia de las lesiones son mayores, se queda uno bloqueado, de hacer más”.
Por otra parte, señala que de igual manera hay infinidad de satisfacciones en esta actividad, porque “existen personas que te dan las gracias por haberlos apoyado en un accidente o en un traslado de un enfermo, hay ocasiones en que no me acuerdo de ellos, pero siempre los ubicó, cada paciente te deja algo para poder identificarlos”, señala.
Recordó a una persona adulta mayor, que al bajar de la ambulancia volteó a ver a los paramédicos y les dio la bendición, “nos dijo, ustedes son ángeles, esto no lo hace cualquier persona, gracias por ayudarme”, recordó María Fernanda.
Con respecto a la familia, dice no tener ningún tipo de problema porque cuenta con todo el apoyo de sus padres, sobre todo porque su papá fue paramédico y entiende lo que se vive en la corporación, y su madre es enfermera.
Por lo que respecta a su esposo, Francisco Javier Guzmán Luna, este se ha sumado también como paramédico en Rescate y Salvamento, por lo que no tiene problema alguno para seguir sirviendo a la ciudadanía.
En un futuro inmediato, señala María Fernanda, que cuando lleguen los hijos, se organizará para poder seguir en la corporación, “si tengo una buena organización, puedo seguir con lo que más me gusta hacer, que es ser paramédico”.
Siento orgullo el portar el uniforme que la acredita como paramédico, porque la misma gente lo valora, “siempre porto el uniforme con orgullo, hay gente que te hace sentir bien, cuando te pregunta, quien eres, que haces o a que te dedicas?, a la gente le interesa saber de nosotros”.
Relata que hace tiempo, le tocó vivir una experiencia amarga como paramédico, recuerda que en una comunidad, le tocó atender a una persona, pero un familiar de este sacó de entre sus ropas una pistola, “me apuntó y me dijo que si moría su familiar, correría con la misma suerte, por fortuna la atendimos y fue llevada al hospital, luego esta persona me llamó y me pidió disculpas, dijo que estaba nervioso por lo ocurrido, pero si me asuste mucho”, dijo.
El mensaje de María Fernanda a los jóvenes que les gusta esta actividad, es que amen la profesión y la realicen como si fuera a ser para toda la vida.
Además de paramédico, María Fernanda tiene la Licenciatura de Salud Pública, que desempeña en la Jurisdicción Sanitaria y en docente en la Escuela de Enfermería, Rescate y Salvamento.
“El ser paramédico, una y otra vez, tiene un privilegio, los paramédicos como ángeles que si fallecemos, reencarnamos para seguir ayudando a quienes lo requieren”, finalizó María Fernanda Jiménez Sandoval.
