Le nació el deseo de ser paramédico luego de ingresar a Protección Civil a cumplir con suservicio social mientras cursaba el bachillerato. Ahora es encargado de rescate acuático y de alta montaña, así como paramédico.
Alejandro Espinoza Camacho, cuenta con 32 años y 16 de haber ingresado en la corporación y considera que ser paramédico es un ‘excelente vicio’.

Difíciles experiencias
Durante estos 15 años ha tenido todo tipo de experiencias, pero lo que más tristeza le da, es llegar al rescate y no poder reanimar un ser humano, además de tener que dar la mala noticia a sus familiares.
Una de las situaciones más traumáticas que ha vivido en estos 15 años, es un enfrentamiento en el libramiento Juan Pablo II, donde se desató un tiroteo entre un grupo armado y el ejército mexicano.
Dijo que en esa ocasión se encontraba comiendo, luego de haber hecho un traslado, y les llamaron para un apoyo de una ambulancia pues se reportaba una persona herida por arma de fuego.
Al llegar y ver la escena, se sorprendió ya que se encontraba un soldado con tiro en la cabeza, muerto; su hermano lo abrazaba y pedía que lo salvaron, pero ya nada se podía hacer por él.
También le causa tristeza al hacer rescate acuático sacar a personas ahogadas, hacer la búsqueda de cadáveres, o trasladar a personas con enfermedades terminales y siempre dar la mala noticia.
En este punto, Alejandro hace una pausa y recuerda a compañeros, “ya no están muchos con lo que iniciamos esta aventura, Ricardo, Emilio, Fabián, Hiram”.

Y muchas satisfacciones
Dijo Espinoza Camacho que le agradó la noticia, cuando el alcalde de La Piedad, Ricardo Guzmán, le pagó su curso de rescate acuático; en una primera etapa en un balneario de La Piedad, luego en San Luis Potosí y finalmente en Veracruz.
Entre las satisfacciones del rescatista, -afirma Camacho- es ayudar de manera desinteresada, “con las gracias que te da la gente, eso es suficiente para alimentar el espíritu”.
Sus seres queridos siempre lo apoyan en su trabajo, aunque en ocasiones dice que es cuestionado por no estar en algunos momentos familiares.
Alejandro Espinoza, externó que en esta labor se sacrifica a la familia.
Señala que mientras Dios le permita vivir, habrá mucho Alejandro para seguir apoyando.
Y sobre ello recalcó, “debemos tomar esta actividad con seriedad, no estamos tratando con mercancía, sino con seres humanos; mi compromiso de tener una vida en mis manos es ayudar”.
Sobre el miedo, Espinoza Camacho señala que si existe, como fue el caso del enfrentamiento en el Bulevar Juan Pablo II, “ver la escena, donde personal del ejército está nervioso, o que en un momento puede ocurrir otra enfrentamiento, ver al militar llorando, son imágenes impactantes que sí dan miedo”.
Cerró diciendo que su familia es el motor de su vida, “parte de lo que hacemos aquí en Protección Civil, va dedicados a ellas (esposa e hija), es un placer estar aquí con mis compañeros”, finaliza.

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