Ana Laura González Portugal y José Rodrigo Villa de la Peña, desde hace varios años se conocían como amigos, pero fue hace 4 años que iniciaron un noviazgo que con el pasar del tiempo y los buenos momentos los llevó a tomar una importante decisión, vivir como marido y mujer.
Al templo del Inmaculado Corazón de María, iglesia que data de 1731, llegaron los familiares y amigos que acompañaron a la pareja durante su relación para confirmarles su apoyo y bendiciones en el nuevo camino que ese día emprendieron.
Muros dorados, un hermoso camino iluminado por candelabros de cristal cortado en diferentes tamaños que iluminaron el recinto; 12 arcos que dirigían a un retablo de mármol y una hermosa alfombra roja que trazaba a los novios el recorrido a seguir los condujeron hacia el altar donde el P. Patrick O´Connell L.C. les esperaba para unir sus vidas para siempre.
José Rodrígo Villa de la Peña inició el desfile del brazo de su madre, la señora Rosa María de la Peña Noriega, mientras se escuchaba “La Marcha Nupcial” interpretada por el octeto de la soprano Abigail Barbosa Caldera.
La mamá de la novia, Laura Elena Portugal González, con su hijo mayor Alejandro Portugal González, dio continuidad al cortejo en el que le siguieron el paso Jesús Aguilar y Lupita Portugal, padrinos del ramo; Martín Abdo y Maclovia Aguilar, padrinos de anillos y Héctor Leandro Muñoz y Claudia González Urtaza, de arras.
El momento esperado llegó con la entrada de Ana Laura con el medio velo cubriendo su rostro y guiada por su padre, Alejandro Portugal Rogenhofer. La novia sostenía un ramo de rosas blancas que hacían juego con su atuendo y bella sonrisa serena.
Luis Jaime Portugal González, hermano de la novia, leyó la “1era Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios”.
Luego de la lectura del Santo Evangelio según San Pablo, el sacerdote se dirigió al público para hacerlo testigo del compromiso que los novios adquirían con el sacramento del matrimonio, y pidió a Ana Laura y Rodrigo vivir siempre en gracia, a través de los actos de todos los días, tema con el que citó al libro de los 10 Mandamientos del Matrimonio: “Siempre hay un primer comienzo, pero hay que aprender a saber comenzar de nuevo” en referencia a los posibles conflictos que pudieran surgir, mismos a los que se les debe buscar solución y superarlos.
El padre Patrick llamo a los padrinos de anillos y arras para hacer entrega a los novios.
Durante los votos matrimoniales, la novia no pudo evitar que lágrimas de emoción tornaran aún más brillante su mirada.
“Lo que Dios acaba de unir, que no lo separe el hombre” fueron las palabras con las que Ana Laura y Rodrigo fueron declarados oficialmente por las leyes católicas marido y mujer entre una gran ovación que inundó el lugar.
Ya con la bendición de Dios, Ana Laura y José Rodrigo salieron del lugar para iniciar con su nueva etapa de vida.
