Ladrilleros de la zona norte de León buscan disminuir los altos índices de contaminación que generan los hornos con nuevos sistema para quemar tabique, a base de inyectar aire con ventiladores.
En un predio de 26 hectáreas propiedad de Salvador Barajas, trabaja desde 1986 un grupo de de 160 productores de tabique de las colonias El Vallado, Penitente, La Selva, La Nopalera, Ibarrilla, Palenque, Las Ruinas y San Pablo, que ahora están rodeados de nuevos fraccionamientos cuyos vecinos demandan su reubicación.
“Ya estamos en proceso de reubicación. Nos van a mandar al sur de la ciudad. Mientras tanto queremos mejorar la quema en las campanas u hornos a base de un dosificador de aire que permite la quema de tabique en menos horas”, dijo Alfredo Aguiñaga Martínez.
El líder de la Unión 15 de Mayo, afiliada a la CTM, señaló que en 1986 a todos ellos se les reubicó de La Florida a este lugar, donde pagan una renta simbólica al dueño y que antes era la orilla de la ciudad.
Sin embargo ahora están rodeados de fraccionamientos como Brisas del Lago, donde viven cientos de familias que se quejan de la contaminación que generan las ladrilleras.
Alfredo mostró el dosificador, que reduce de 16 a 13 horas el tiempo que dura el horno enciendo para quemar 15 mil tabiques.
Se trata de un aparato sencillo con forma de una pistola para secar el pelo. Tiene un motor y a través de una turbina arroja aire que conecta al horno en el que utilizan materiales de desecho de madera.
Consideró que los programas ecológicos que han publicitado candidatos y autoridades a base de quemar con gas han sido un fracaso por lo caro que resulta el combustible, por ello siguen utilizando ramas y madera de desecho.
“Con este nuevo aparato se quema al 100% todo el combustible (leña), ahorrando tiempo y evitando que se genere contaminación. Además tenemos proyectado poner una campana arriba de los hornos para evitar que el humo se extienda y que los residuos que se generan se puedan reciclar”, explicó Alfredo Aguiñaga.
Añadió que decenas de familia viven de la fabricación de ladrillos con ganancias paupérrimas.
“Hay escasez de mano de obra. Ante las amenazas de que nos van a reubicar, muchos ya se fueron.
“Un millar de tabique cuesta al público mil 900 pesos. El 60% del costo de la producción es mano de obra, el resto la compra de material. Se gana muy poco y se trabaja duro, son 12 horas del día”, explicó.
Añadió que ningún candidato se ha acercado a ellos para que vean las precarias condiciones en las que viven y trabajan.
“Lo que requerimos son apoyos para comprar los equipos. Un dosificador tiene un costo de por lo menos cinco mil pesos, pero ninguna autoridad nos apoya”, subrayó.
El trabajador añadió que se ha satanizado a los ladrilleros como contaminadores, sin embargo la mancha urbana los alcanzó y las autoridades lejos de apoyar sólo llegan a multarlos o a intimidarlos.
