En Celaya la delincuencia organizada ha prosperado y no se trata de un caso aislado, sino de algo planeado, acusó ayer el sacerdote Alejandro Solalinde Lozano.
“El gobernador (Miguel Márquez) a lo mejor ha tenido cosas buenas, ha tenido buena intención, pero no es lo suficiente. Ya ese brote de delincuencia organizada en Celaya ya lo hubiera atacado, pero vieran qué próspero va. No es un brote de delincuencia aislada. Se requiere un plan”, dijo ayer en una Conferencia en León.
También, en rueda de prensa dijo que en el estado se requieren acciones más enérgicas para frenar la ola de feminicidios que es preocupante pues sumaron 22 casos en el primer trimestre del año.
“Eso es resultado de una cultura machista de la región del Bajío. Pero también está el problema del poco aprecio que se da a los indígenas. Hay en Guanajuato cinco grupos de indígenas mayoritario y mucha gente ni los conoce”.
El padre cuestionó al gobierno: “¿realmente les dan atención?, ¿cómo tratan a las mujeres, a los migrantes en Celaya y a los indígenas en León?
Señaló que los proyectos de seguridad han fallado porque son programas que se hacen desde el escritorio, sin consultar a los ciudadanos “por ello están condenados a fracasar por más dinero que les echen”.
El padre Alejandro Solalinde Lozano, de la Pastoral de Movilidad Humana Pacífico Sur del Episcopado Mexica, conocido en especial por su defensa a los derechos humanos de los migrantes, señaló que si fuera gobernador lo primero que haría sería llamar a un Consejo Ciudadano compuesto mayoritariamente por mujeres, para que esto funcione.
Ya lo había alertado
Desde junio de 2012 el padre Alejandro Solalinde alertó del crecimiento del crimen organizado en Celaya.
“Si van a la vía debajo del puente Anenecuilco y entrevistan a algunas personas vecinos de ahí les dirán muchas verdades de cómo hay estas personas que andan ahí y muchas veces se hacen pasar por ellos para disfrazar su asunto que traen, no es fácil, es complejo y peligroso, se tiene que manejar con mucha cautela porque estas personas si no se les deja trabajar van contra ti”.
El sacerdote expuso que en ese entonces en el albergue para migrantes que la Diócesis de Celaya instaló en el Barrio del Zapote atendían hasta a mil personas al mes, que llegaban desde El Salvador, Honduras y Guatemala, y que cada vez eran más los migrantes que se quedaban a vivir en Celaya.
