Un niño que merodea en el panteón de Las Flores recibe a sus visitantes con los brazos abiertos.
No sólo plática con los vivos también juega con ellos, pero entre risas y diversión los hace perder la noción del tiempo y quedan atrapados en el recinto.
Del menor del que los empleados del panteón ubicado en la calle Aldama no saben cuándo murió y a qué tumba pertenece, se aparece en ocasiones para hacer algunas travesuras.
En varias ocasiones se aparece entre las tumbas y mientras los familiares de los difuntos están distraídos con la limpieza de las gavetas, los sorprende al hacerles plática.
Sin embargo el tiempo se detiene para las personas justo cuando conviven con el infante que después se va, pero atrapa a los visitantes en el camposanto a los cuales muchos de ellos se quedan dormidos, señala el panteonero.
