Los hijos son el reflejo de los padres, o como diría el filosofo francés Jean Raosseau, “Un buen padre vale por cien maestros”.
José Rafael Huerta Arredondo y Claudia Solís dispuestos a convertirse en esos cien maestros, acudieron a la Parroquia de Santa Margarita a pedir el bautismo para José Arturo; su heredero.
Atentos a las palabras del párroco, los señores Huerta Solís prometieron educar a su hijo conforme a los valores de la vida católica.
Arturo Solís y José Luis Huerta llegaron hasta la pila bautismal para ser participes del primer sacramento en la vida de su ahijado.
Enseguida, papás y padrinos con la vela encendida escucharon al padre José de la Luz pronunciar “La vela encendida significa la esperanza, la luz de la vida, para que no se apaga depende de los padres y padrinos, los cuatro tienen la obligación”.
Papás y padrinos se comprometieron a jamás permitir que esa vela se apague.
Al finalizar el acto bautismal, los señores Huerta Solís ofrecieron una fiesta en el área del bosque del Club Campestre, lugar al que acudieron sus seres queridos.
A lo largo de la convivencia, los asistentes mostraron al bautizado sinceras muestras de amor.
Felices y agradecidos por el milagro de la vida, José y Claudia, disfrutaron de una especial tarde en el bautizo de su heredero.
