El Maratón de Boston, una de las señas de identidad de esta histórica ciudad, fue objeto este lunes de un ataque con bombas, coordinado y perfectamente planificado, según la Policía, que tenía el claro propósito de sembrar la muerte y el caos de forma masiva e indiscriminada.
Tres personas perdieron la vida, según un primer balance, y más de 140 personas sufrieron heridas de diversa consideración, algunas de cuales se encontraban anoche en estado crítico.
La Armada de Estados Unidos ha enviado a Boston a tres integrantes de una de sus unidades de detonación controlada para ayudar a las autoridades locales en lo que sea necesario.
La Policía investiga las explosiones y también revisa otras bolsas y paquetes que podrían haber pasado desapercibidos mientras una aterrada multitud huía del caos.
El Pentágono informó que ningún otro personal activo de tareas militares ha sido enviado al lugar, si bien soldados de la Guardia Nacional ya se hallaban en el sitio de las explosiones. El Departamento de Defensa no ha elevado el nivel de amenaza en las instalaciones militares del país.
El presidente Barack Obama prometió horas después que los responsables “sentirán todo el peso de la ley”.
Un funcionario de la Casa Blanca que habló bajo el anonimato porque la investigación sigue en curso dijo que el ataque está siendo tratado como un acto terrorista.
Las autoridades no han dado información sobre el posible motivo o quién habría perpetrado el ataque en uno de los maratones de mayor prestigio en el mundo, y la Policía ha indicado que no hay sospechosos detenidos. El Gobierno en Washington señaló que aún ningún grupo ha asumido la responsabilidad de las explosiones.
Las explosiones en la competencia sucedieron casi de manera simultánea y aproximadamente a 91.4 metros (100 yardas) de distancia una de la otra, derribando a los espectadores y al menos a un corredor, destrozando ventanas y generando densas nubes de humo sobre las calles.
Uno de los corredores era el policía estatal de Smithfield, Rhode Island, Roupen Bastajian.
Dijo que las explosiones causaron que decenas de personas perdieran extremidades. Bastajian, de 35 años, recién había terminado la carrera al momento de escuchar las explosiones.
“Empecé a correr hacia la explosión. Y había gente por todo el piso”, describió. “Empezamos a hacer torniquetes en las piernas. Mucha gente amputada… Al menos de 25 a 30 personas habían perdido una pierna o el tobillo o dos piernas”.
Unas dos horas después de que los ganadores cruzaran la meta, hubo una fuerte explosión en la parte norte de la calle Boylston, poco antes del lugar de las fotos que demarca la línea de meta. Otra explosión pudo escucharse unos cuantos segundos después.
Las detonaciones se registraron aproximadamente cuatro horas después de haber iniciado la carrera. Para entonces, más de 17 mil corredores habían cruzado la meta, pero miles más seguían recorriendo el trayecto.
Un policía de Boston fue sacado del lugar en silla de ruedas con una herida sangrante en la pierna.
“Hay muchas personas heridas”, dijo un hombre, cuyo número 17528 le identificaba como el corredor Frank Deruyter, de Carolina del Norte. El hombre no estaba herido, pero trabajadores del maratón llevaban a una mujer, que no parecía ser una corredora, con la pierna ensangrentada a un área médica mientras salía sangre de su pierna.
Hubo humo que se elevó desde el lugar de las explosiones, y se desplazó entre las banderas que flanquean la ruta de uno de los maratones más antiguos y prestigiosos del mundo.
Imágenes de video tomadas desde helicópteros mostraban manchas de sangre en el pavimento de la popular zona turística y comercial conocida como Back Bay.
Cherie Falgoust esperaba a su esposo, quien competía en el maratón.
“Estaba esperando a mi esposo en cualquier momento”, dijo. “No sé qué es este edificio… sólo explotó. Se oyó un gran estallido y luego había vidrios en todas partes. Algo en mi cabeza. No sé qué era. Nada más me agaché”.
Los corredores que no habían terminado la carrera fueron desviados por la Avenida Commonwealth hacia una zona de reunión familiar, de acuerdo con un plan de emergencia que se implementó.
Bruce Mendelsohn se encontraba en una fiesta posterior a la carrera en un edificio de oficinas justo arriba del lugar de las detonaciones al momento en que una explosión lo derribó al piso.
“Hubo como un destello, luego un estruendo enorme. La explosión me tiró del sillón al piso”, dijo.
Mendelsohn, ex médico del Ejército estadounidense, corrió hacia el exterior y halló sangre, vidrio y escombros por todos lados y empezó a presionar heridas “espantosas”.
“Esto es más parecido a Bagdad y Bombay que a Boston”, dijo Mendelsohn, que trabaja en el Instituto de Tecnología de Massachusetts. “Fue bastante aterrador”.
Y avanza reforma migratoria
Los inmigrantes sin papeles que hayan fijado residencia en Estados Unidos antes del 31 de marzo de 2011, que aún permanezcan en ese país y que cumplan con otros requisitos legales, podrán obtener un estatus legal provisional una vez que la Secretaría de Seguridad Nacional certifique al Congreso un aumento en la seguridad fronteriza, y optar a la residencia permanente 10 años más tarde, según el proyecto de ley de reforma migratoria que un grupo bipartidista de ocho senadores planea difundir esta semana.
El proyecto de ley, negociado desde enero a puertas cerradas, establece que solamente podrán obtener el estatus legal provisional aquellos inmigrantes sin papeles que paguen una multa de 500 dólares, impuestos atrasados y no hayan resultado convictos de delitos graves, delitos simples, de más de tres faltas menores, de delitos según leyes extranjeras, y que hayan votado ilegalmente.
El estatus provisional podría renovarse a los seis años al pagar otros 500 dólares.
