Cada año, cerca de 5 mil turistas extranjeros, la mitad de ellos chinos, visitan el país más aislado del mundo: Corea del Norte.
Viajan en grupos organizados, dirigidos por guías oficiales que restringen totalmente los movimientos y que no permiten salirse de una ruta diseñada con antelación que siempre pasa por los mismos monumentos, las mismas calles, los mismos museos y hoteles.
Se trata de una experiencia única, pero no siempre comparable a lo vivido por el tapatío Juan Pablo Ortiz, quien la semana pasada tuvo la oportunidad de ver por dentro el “país ermitaño” en medio de la tensa crisis que se vive actualmente con Corea del Sur.
“Yo en realidad lo que he visto es una cosa muy normal. Los norcoreanos llevan una vida normal y no hay tensión.
“Fuimos incluso a la zona desmilitarizada, en la frontera con Corea del Sur, y nos tomamos fotos con los Generales, platicamos de manera abierta con ellos. Fue una experiencia reafirmante de que no parece que vaya a haber un conflicto inminente”, dijo a su regreso a la ciudad china de Dandong, en la frontera con Norcorea.
Los cruces de acusaciones y el clima de tensión en el que se ha instalado la vida política y militar de la península parecen contrastar, de hecho, con lo que relatan los turistas.
“No hay movimiento de tropas. En la zona desmilitarizada sí que hablaron un poco fuerte contra lo que ellos percibían como un posible ataque, pero su discurso es siempre reactivo, nunca proactivo”, agregó Ortiz, de 35 años, quien trabaja como consultor en Shanghai.
El mexicano, acompañado en su grupo por otros turistas extranjeros y chinos, explicó que en ningún momento pasaron miedo.
Las excursiones a Corea del Norte están abiertas casi todo el año y sólo se cierran en momentos de especial tensión. En las últimas semanas, a pesar de las amenazas de Kim Jong Un de desatar una guerra nuclear, las agencias han seguido operando.
“No he notado ningún cambio y mis colegas que están allí dicen que la televisión habla de ello, pero nada más. Yo he estado 30 veces y no creo que haya guerra”, aseguró Zhang Li, guía chino de la agencia North Korea Tours, de Dandong.
El turista tapatío destacó lo interesante que le resultó conocer el punto de vista norcoreano que, a su juicio, no se ha tomado en cuenta en Occidente.
“Ellos creen que quien los está empujando a hacer todo es Estados Unidos, por los ejercicios militares (…) Me preguntaron cómo me sentiría yo si hiciesen ejercicios en mi frontera. Y, claro, tienen algo de razón”, opinó.
Por otra parte, Ortiz dijo que los lugares que visitó en Norcorea le parecieron menos atrasados y opresivos de lo que se imaginaba por los relatos de los medios occidentales.
“Corea del Norte es un país que no tiene muchos recursos pero es muy digno. Se vive con mucha dignidad, muy limpio”, concluyó.

‘Safaris’ clandestinos

Las lanchas recorren la costa a toda velocidad en busca de una foto que justifique la excursión.

“¡Mira, allí hay un grupo!”, grita entusiasmado uno de los pasajeros que enfoca el objetivo de su cámara fotográfica.
Cientos de turistas chinos se embarcan cada día en auténticos “safaris” de norcoreanos por el río Yalu, en la frontera entre China y Corea del Norte. El viaje cuesta 35 dólares por persona.
En medio de un paraje desolado se puede apreciar el nivel de desarrollo del país.
Casuchas a las que faltan tejas, fábricas sin luz, cuarteles rodeados por verjas de espino, campesinos doblados sobre los campos de maíz, niños vestidos con harapos, mujeres lavando en el río.
Y, como si fuese un zoológico, a lo largo de la frontera hay carteles en los que se prohíbe “lanzar cosas a los norcoreanos”.
“Lo que pasa es que algunos piden dinero, tabaco o comida y si no se lo das, te tiran piedras”, aclara el capitán, de 20 años.

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