Fleur de sel o flor de sal es uno de los toques que además de dar sabor aportan belleza al plato, su uso ha sido desde hace mucho tiempo como una religión para los franceses y de unos años para acá también se emplea en el resto del mundo.
Se obtiene del mismo modo que la sal marina normal, es decir, tal y como describe el autor Ginés Vivancos en su “Diccionario de Alimentación, Gastronomía y Enología Española y Latinoamericana”, la sal resulta de la evaporación de agua de mar en salinas, pero la flor de sal son justo los primeros cristales que se forman.
Ahora, la característica de ésta es que comparada con los granos compactos y gruesos es mucho más fina, de color más cristalino y, lo más importante, se recolecta a mano, por ello es tan cara.
Un kilo de sal gruesa yodada ronda los siete pesos en el supermercado; un costal de sal de mar en grano, de alrededor de dos kilos, en carreteras puede costar unos 20 pesos; mientras que un frasco o bolsa hermética de 50 gramos de flor de sal puede alcanzar los 50 pesos en las tiendas.
“Su sabor es muy suave porque no es tan apelmazada como la gruesa, es sutil, y generalmente se utiliza para terminar platos que tengan cocción como filetes de carne, pescados y tal vez un pato sellado.
“En Francia se emplea para platillos donde no se salan los alimentos durante la cocción, sino que se pone una pequeña cantidad al final, algo sutil y sofisticado donde se respeta el valor de la proteína y el complemento, que es la sal, un matrimonio entre la pureza del producto”, menciona César Reynoso, chef propietario de CesArts!
Hoy hay algunos condimentos añadidos a la flor de sal, en las tiendas se pueden encontrar frascos que mezclan este mineral con albahaca, hierbas finas o hasta una versión ahumada.
Así es que cuando tenga un poco de sal de flor en su plato, disfrute su delicadeza, y cuando se trate de sazonar los guisados, emplee la sal gruesa.

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