Querer verse mejor no significa dejar la salud en segundo plano.
Desde hace 25 años, la tecnología ha ayudado a los médicos a tratar con mayor acierto las enfermedades de sus pacientes, pero paralelamente también en la estética se incrementan los avances para mejorar la apariencia, sobre todo a nivel de la piel y obesidad.
El surgimiento, primero, del láser y su continuo perfeccionamiento, así como la posterior invención de otras técnicas, como ultrasonido, radioterapia o el frío controlado, se han aliado con los pacientes, que luego de sentirse bien físicamente, solicitan al especialista que les sugiera un tratamiento para mejorar algunas imperfecciones de su cuerpo.
“La medicina siempre se ocupaba de las enfermedades, pero en la actualidad se entiende como buscar la salud del paciente y su máximo desarrollo físico, psíquico y social”, agrega el dermatólogo Jorge Ocampo. “La misma gente fue demandando no sólo estar sana, sino verse bien.
“Entonces los pacientes me preguntaban qué se podía hacer para determinado problema estético, y los médicos empezamos a tomar más en cuenta este tema”.
Agrega que aunque la tecnología láser inició en los últimos 40 años, el boom de unir la medicina con la estética se dio hace aproximadamente 25 años”.
Por su parte, María Blanca Piñeyro, especialista en medicina del deporte y nutrición, comenta que la medicina estética es una motivación para que el paciente continúe enrolándose en sus objetivos de control de peso y salud.
“Se puede pensar que si se elige cierto aparato para desaparecer o disminuir la circunferencia del abdomen, está enfocándose sólo en el lado estético, pero en realidad también va a tener beneficios para impedir muchas de las enfermedades que genera el síndrome metabólico, que es cuando la cintura es más grande que la cadera”, agrega.
Ocampo hace un recuento de cómo inició esta inquietud por verse y sentirse bien.
El paño en el rostro, por ejemplo, se empezó a tratar como un problema estético, porque el paciente se sentía mal emocionalmente; o después de vencer el acné, las marcas o cicatrices causaban inseguridad, o aun después de adelgazar, los depósitos de grasa acumulada persistían en ciertas zonas del cuerpo.
No menos importantes son las manchas de la piel por el sol o la genética, y las arrugas y líneas de expresión.
“En base a estas necesidades, los médicos empezaron a ofrecer diferentes tratamientos”, agrega Ocampo, “desde peelings químicos, que fue la primera técnica para desaparecer las marcas de acné a base de provocar una quemadura superficial para la regeneración de las fibras colágenas, y luego llegó la dermoabrasión, que utiliza ciertos equipos de tecnología, y lo más nuevo, que es el láser fraccionado CO2, que a diferencia de los dos primeros tratamientos, ya no incapacita al paciente.
“Para las líneas de expresión se empezó con rellenos de grasa de la misma paciente, luego vino el colágeno, que ocasionaba alergias a un gran porcentaje de la población, y ahora el botox, conocido por la rapidez y seguridad en su aplicación”, explica el dermatólogo.
Y actualmente lo que se busca, tanto a nivel tecnológico como por parte de los especialistas, es realizar procedimientos mínimamente invasivos y rápidos, que no requieran quirófano y con el mínimo de sedaciones”.
Piñeyro añade que en ocasiones es un aliciente para el paciente saber que existen avances tecnológicos en la estética para bajar de peso o medidas, porque a veces el metabolismo no trabaja a la velocidad que se quisiera, y al aplicar la radiofrecuencia y el ultrasonido se adquiere mayor responsabilidad para realizar los cambios.
Un ejemplo frío, frío
El método Coolsculpting utiliza el frío controlado para destruir las células de grasa.
“Esto se logró cuando dos científicos de la Universidad de Harvard se dieron cuenta de que a los niños que chupaban paletas frías se les formaban hoyuelos por dentro de la mucosa oral, y al observarlo notaron que se destruían las células grasas, sin afectar otros tejidos, y pensaron que lo mismo podría suceder si se aplicaba el frío en los acúmulos de grasa en el cuerpo”, indica Jorge Ocampo, dermatólogo.
Con el Coolsculpting se reduce la grasa del abdomen, la parte alta de los flancos (espalda baja), la espalda alta y los muslos de la parte interna y externa en sólo una hora cada área, pero se requiere que los acúmulos de grasa sean pequeños y que no haya flacidez, porque no es una intervención quirúrgica que pudiera modificarla, como la lipectomía, explica Ocampo.
Se requiere una sola sesión de una hora, para lograr una reducción de un 30% de la grasa del área que se trata. El mantenimiento se puede realizar después de seis u ocho meses, o iniciar otra sesión en un sitio diferente del cuerpo.
“Los resultados se pueden ver después de seis u ocho semanas, pero se recomienda que el paciente continúe cuidando su alimentación y realice ejercicio, para que no vuelva a engordar”, afirma el dermatólogo.
El Coolsculpting no tiene contraindicaciones, sólo si la persona padece algún tipo de alergia al frío.
Este tratamiento no es invasivo ni requiere anestesia o inyecciones.
Medicina vs. Spas
Con el tiempo la variedad de aparatos que apoyan la medicina estética se ha incrementado, pero en ocasiones son utilizados en spas por personas que no son especialistas en la salud y los resultados podrían ser diferentes o no esperados, explica María Blanca Piñeyro, especialista en medicina del deporte y nutrición.
“La mayoría de los equipos, así como los procedimientos, deben ser aplicados por un médico especialista”, agrega Jorge Ocampo, dermatólogo. “Afortunadamente, en la actualidad existe una regulación sanitaria estricta que detalla que el material de relleno o sustancia botulínica o cualquier otra sustancia que se aplique, debe realizarse por un dermatólogo, cirujano plástico, otorrinolaringólogo u oftalmólogo.
Ocampo recomienda que se debe preguntar al especialista sobre los riesgos y complicaciones para el paciente y que éste firme un consentimiento en donde se le explique en qué consiste tal procedimiento e informarle de las alternativas que existen para corregir el problema.
Por su parte, Piñeyro agrega que uno de los objetivos de los especialistas es que los tratamientos estéticos sean menos invasivos, para evitar efectos secundarios.
“La ventaja que tiene el paciente al acudir con un médico es que realiza una evaluación de cuál es el objetivo en cuestión de salud y ofrece mejores opciones de tratamiento de una forma veraz y realista sobre los resultados que se pueden lograr, porque cuenta con las bases de cómo trabaja el cuerpo y sus características físicas.
“Por ejemplo, no voy a lograr mejor figura, aun con tratamientos estéticos, si no hago ejercicio”, dice Piñeyro.
“Siempre habrá ayudas extras y el médico tiene esa responsabilidad de invitar al paciente a que realice los cambios, para que su objetivo final sea la prevención de las enfermedades crónicas”, finaliza.
