Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de México, dijo que el ejemplo del Papa Francisco llama a una renovación en la Iglesia, para que se aleje de la superficialidad.
“(El) Papa Francisco, que con sus palabras, pero sobre todo con su ejemplo, nos llama a una renovación en nuestra manera de ser Iglesia, el Papa quiere que nos comprometamos con los más pobres, que dejemos de fijarnos y preocuparnos por las cosas superfluas y centremos nuestra vida en Cristo-Mesías, modelo del Buen Pastor que ha dado su vida por sus ovejas”, mencionó en su homilía durante la Misa Crismal en la Catedral Metropolina.
El Sumo Pontífice, consideró, ha llamado a los fieles a actuar con misericordia y a perdonar para construir la paz.
“La construcción de la paz, esa paz de la que tanto adolece nuestra patria, profundamente herida por la división, la discordia y la violencia criminal que llena de dolor y desolación a tantas víctimas inocentes y sus familias, el respeto y la tolerancia por todos, el servicio humilde y lleno de amo por nuestros hermanos, incluso, en el cuidado y protección del medio ambiente”, apuntó.
El ejemplo del Papa Francisco, consideró el cardenal, debe llevar a los sacerdotes a hacer una profunda revisión de su modo de ser pastores, de su forma de vida personal, sus prioridades pastorales y su manera de vivir la caridad pastoral.
“No se trata de asumir poses y menos aún de fingimiento, sino de vivir con amor, sencillez y autenticidad”, aclaró.
En su homilía pronunciada durante la Misa Crismal en la Catedral Metropolitana, el Cardenal Rivera llamó a los sacerdotes mexicanos a cuestionarse sobre su fe y llamó a los sacerdotes a acrecentar la fe del pueblo.
“¿Vivimos a profundidad nuestra fe? ¿Creemos firmemente aquello que enseñamos? ¿Hacemos un esfuerzo cotidiano y sincero por vivir lo que predicamos? ¿Nuestros fieles ven en sus sacerdotes, en su forma de vivir, a auténticos discípulos y testigos del Señor?”, preguntó.
Refirió que los sacerdotes, aún cuando son pastores, también son cristianos que sufren tristeza y desánimo y que están marcados por el pecado y su mundanidad.
“Por eso, no sólo intercedemos a diario por nuestro pueblo, sino que pedimos a nuestros amados fieles que todos los días recen por nosotros, sus sacerdotes”, dijo emulando el primer discurso del Papa Francisco en el que pidió a los fieles católicos que rezaran por él.

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