Cuando la primavera llega a París, el cielo es más brillante sobre un barrio: Montmartre. Los enamorados encontrarán que los efectos del cambio de estación se intensifican con cada paso. No debería extrañarles si, de pronto, ya están dando vueltas al ritmo de un acordeón o avanzando cinco metros por hora: aquí en cada rincón se antoja un beso.
Animados por ese espíritu bohemio y las callejuelas empedradas del que fuera un antiguo pueblo francés, abandonamos la idea de un tour que pasa lista del Moulin Rouge, el café de la película Amélie y la Basílica de Sacré Coeur, para darnos una verdadera oportunidad de conocer los espacios menos protagónicos de esta vieja zona de viñedos y trigales.
Empezamos nuestro paseo sin itinerario al pie de La Butte (la colina) de Montmartre, en la Plaza de Abbesses, donde también se encuentra la estación de metro a la que llegamos desde el centro de París.
Rápidamente nos llama la música, que escapa de un amplio círculo de personas aplaudiendo, tomando fotos y bailando al ritmo de un grupo callejero llamado Yordan.
Suenan con potencia un acordeón, una guitarra, una batería y un clarinete, pero de pronto todas las notas suben y aceleran al mismo tiempo, terminan la canción con un sincronía de orquesta.
El acordeonista agradece la ovación general, da la bienvenida al show e invita a pequeños y grandes a bailar: “Todos son bienvenidos aquí, en la ciudad más visitada del mundo y en la plaza más animada de París”, grita.
Aceptamos su invitación, pero al mover los pies descubrimos una pared azul marino, enmarcada por árboles, que nos atrae como un imán. Y así, casi por accidente, ya estamos entrando a la plazoleta Jehan Rictus.
Nos sorprende ver un espacio relativamente nuevo. Si tomamos en cuenta que en la capital francesa casi todo tiene entre 100 y 900 años, Le mur des je t’aime (el muro de los te amo), inaugurado hace unos diez años, es una verdadera novedad para los visitantes.
Cubierta de baldosas azules con letras blancas que muestran 311 maneras de decir “te amo” en diferentes lenguas, la pared, de 40 metros cuadrados, es un escenario para fotos y piropos. Es común escuchar a los novios intentando pronunciar alguna de las versiones de esta frase para hacer reír a sus parejas.
Encontrar una postal
Es hora de empezar a subir la colina y elegimos una típica y empinada escalinata con el barandal de hierro.
Llegamos a una plazoleta digna de la mejor postal parisina. Se trata de la Place du Tertre, un lugar escondido entre las callecitas que reúne a decenas de pintores. Aunque seguramente Pissarro, Toulouse-Lautrec y Van Gogh encontrarían muy cambiado su austero arrabal, la idea de esta plaza es rendir homenaje al espíritu pictórico de la Belle Époque que acogió en Montmartre a tantos artistas.
Salimos de la plaza por la Rue de Calvaire y tenemos otra visión de película (con todo y banda sonora): un contrabajista toca en la calle para los comensales reunidos a la sombra de una vid, que brilla con los rayos de sol, en la terraza del restaurante Chez Plumeau.
Hemos de parar aquí para tomar un descanso antes de continuar recorriendo todo lo que brilla bajo el primaveral cielo de Montmartre.

Primavera en Montmartre a la luz de los lugareños

La ciudad no tiene la culpa de estar llena de hermosos lugares comunes. París ha sido tan retratada, filmada y narrada, que nadie viene por primera vez a París: siempre se ha estado aquí antes. Cada esquina tiene un aire de cuento conocido y es fácil sentirse protagonista de alguna película o de una novela de Víctor Hugo.
Esa sensación es transmitida ejemplarmente por el barrio de Montmartre.
Continuamos nuestro recorrido y hemos descubierto un restaurante con una terraza que parece pintada para nosotros. Se desocupa una mesa en la orilla, justo debajo del grueso tallo de la vid que da sombra a todos los comensales, pronto ya estamos brindando con el vino de la casa y compartiendo un delicioso y crujiente quiché Lorraine.
Parece increíble que estemos a unos pasos de la bulliciosa Place du Tertre. Aquí sólo escuchamos las cuerdas del contrabajo callejero frente a nosotros.
Entonces nos llama la atención una mujer alta y robusta, que va caminando vestida con una bufanda roja, capa y sombrero negros. Su ajuar nos parece familiar. Sin resistir la curiosidad, nos acercamos y buscamos la charla.
Nos cuenta que es una “diputada de la “República de Montmartre”, una asociación ciudadana que busca promover las antiguas tradiciones del barrio, y que ese es su uniforme oficial, la manera en que vestía el cantante y comediante Aristide Bruant, inmortalizado por Toulouse-Lautrec en varias de sus obras.
Tiene prisa, pero antes de irse nos sugiere que visitemos el viñedo, que está muy cerca.
¿Viñedos aquí? Lo encontramos enseguida caminando por la calle Des Saules hasta la calle Saint-Vincent. Se trata del modesto y muy verde recuerdo de la vocación vinícola del lugar, que se remonta al siglo 16, y el principal escenario de la fiesta de la vendimia, que todavía se realiza en octubre. Lo llaman Clos de Montmartre y rememora una tradición que ha sobrevivido más de 500 años.
Y no es un viñedo simulado: cada año, a finales de marzo, unas mil botellas del vino que aquí se produce son comercializadas meses después, en la fiesta. A 40 euros cada una, más o menos.
Nos sorprende la calma en este punto del barrio. Basta caminar dos cuadras para librarse de la multitud. Aquí sí nos sentimos en el antiguo y tranquilo pueblito de Montmartre, que se incorporara oficialmente a París en 1860.
No se puede ingresar al viñedo, pero la vista lo vale. Luego nos entretenemos admirando otro sitio histórico, justo enfrente: Au Lapin Agile, un antiguo cabaret, abierto en 1875, que era frecuentado por músicos, escritores y pintores.
La antigua casona, que parece más un chalet suizo, era otra de las escalas obligadas, como el Moulin Rouge o el bistró Le Consulat, en las noches bohemias de artistas como Picasso, Apollinaire, Modigliani y Utrillo. Éste último, oriundo del barrio, inmortalizó Au Lapin Agile en un cuadro.
Y no fue el único sitio que quedó grabado en sus lienzos: regresamos por la calle Des Saules para hacer una pausa en La Maison Rose, justo en la esquina con Abreuvoir, y leemos en una placa que explica cómo Utrillo cobró notoriedad en 1916 al plasmar esta casa en La maison rose à Montmartre. Y aquí el arte transformó la realidad, porque la casa originalmente era blanca, pero el pintor decidió mostrarla rosa en su obra. Así luce hoy, convertida en un restaurante.
Nos tomamos unas cervezas ahí mientras vemos cómo el sol lustra la redondez del empedrado. Acordamos que esta sea la callecita más pintoresca de todo París.
De regreso, atravesamos otra vez la Place du Tertre. Esta vez ojeamos con curiosidad a los turistas que se hacen retratar por los artistas locales: sonríen sobre un banco diminuto, sin mover piernas ni brazos, rodeados de familiares que fotografían paso a paso sus rasgos trazados en el lienzo. Retratos de estilo realista o algo más caricaturesco; a lápiz o con acuarelas y hasta algún impresionista, a la Monet: hay para gustos variados.
Estamos en la parte más alta de “La Butte” de Montmartre, a un lado de la basílica del Sacré Coeur, que es también el punto más elevado de la ciudad; así que desde aquí, todo desciende.
Empezamos a bajar, por escaleras, entre balcones y faroles, tras las esquinas cubiertas de enredaderas, junto a una bicicleta azul donde viaja una joven que ha hecho las compras. y luego de un par de vueltas se abren los reducidos callejones y la encontramos.
Se llama Frederique Boudot y vive con su gato. Este pintoresco lugar en la calle La Vieuville es su taller, su galería y su casa. Frederic sale de entre los caballetes, pinceles, cuadros en proceso y latas de pintura, y nos invita a pasar al estrecho espacio.
Lleva 15 años pintando, principalmente desnudos de mujer, y cinco instalada en Montmartre. “Es como vivir en un pueblito, pero con las ventajas de la gran ciudad”, dice. Luego nos regala una postal.
Es hora de ir volver al centro de París, no sin hacer escalas en las boutiques de diseño que proliferan en el barrio. Ofrecen lo mismo joyería que originales artículos para la casa, la mayoría fabricados en Francia.
Montmartre nos ha sorprendido tanto que decidimos volver mañana para instalarnos aquí. Queremos ir al Molino de la Galette, al Museo de Dalí o simplemente sentarnos en un café a disfrutar del sol más cálido de primavera.
¿Sabías qué?
-Se dice que la palabra Montmartre viene de “Mont du Mars” (Monte de Marte), pues en la época de la ocupación romana era el enclave de un templo dedicado al dios Marte.
-Sin embargo, también hay quienes aseguran que el nombre deriva de “Mont du martyre” (Monte del mártir), ya que aquí fue ejecutado Saint-Denis, obispo de París en el siglo 3 (cuando la ciudad se llamaba entonces Lutecia) y hoy Santo Patrono de Francia.
-Montmartre fue anexado a París en 1860 y fue uno de los lugares claves en 1871 durante la Guerra Franco-Prusiana y la revuelta de la Comuna.

Tres jardines al sol
Para recibir la primavera, a los parisinos les encanta hacer picnics sobre el pasto o sencillamente tumbarse a leer, platicar con amigos y asolearse. Estas son tres de las opciones favoritas de los locales.

Jardín de Sacré-Coeur
Las escaleras para subir a esta imponente basílica y sus extensiones de pasto empinadas son idóneas para tomar el sol y tener una vista panorámica de París. Se puede pasar horas entretenidos aquí, viendo a los cientos de turistas que hacen del Sacré-Coeur el segundo lugar más visitado de París –después de Notre Dame y antes que la Torre Eiffel.

Jardín de Luxemburgo
Cerca del Barrio Latino y la Sorbona, este jardín al pie del Palacio del mismo nombre está lleno de piezas de arte y de historias. La más romántica es la de la novela Los Miserables, de Víctor Hugo, donde Marius y Cosette se enamoran. Marie de Médicis lo mandó a construir inspirada en los jardines de Bóboli de su Florencia natal.

Campo de Marte
En sus orígenes no era más que un huerto, hasta que Luis 15 rescata el espacio y ordena que se construya la Escuela Militar en el siglo 18. Hoy es el parque preferido por los locales para admirar la Torre Eiffel alejados de los millones de turistas. Es también un espacio agradable, rodeado de Olmos, para andar en bici y contemplar el Muro por la Paz, las estatuas o utilizar los espacios deportivos e infantiles.

Guía práctica
Cuándo ir
Realmente en cualquier época del año París tiene su encanto. Para ir a Montmartre la fiesta de la vendimia en otoño puede ser una buena oportunidad pues se organiza un desfile, conciertos y otros eventos culturales, pero prepárense para multitudes. Recibir aquí la primavera es ideal porque no hay tanto turismo y hay muchas actividades, restaurantes, tiendas y sitios históricos que se pueden disfrutar al aire libre.

Cómo llegar
Air France y Aeroméxico ofrecen vuelos sin escala desde la Ciudad de México. El aeropuerto Charles de Gaulle se encuentra aproximadamente a 20 kilómetros del centro de París.
Para ir al centro de la ciudad se puede tomar un autobús de la línea Roissy, con salidas cada 15 minutos. El costo del boleto es de 10 euros. Para llegar a Montmartre hay que subir al metro en la estación Ópera, línea 3, en dirección Pont de Levalois y trasbordar en Saint Lazare a la línea 12, dirección Porte de la Chapelle. Hay que bajar en la estación Abbesses.

Dónde dormir
Montmartre Mon Amour
En pleno corazón del barrio, es una opción muy adecuada para el espíritu primaveral pues el hotel está completamente dedicado al amor. Cada habitación es diferente y tiene una decoración y ambientación con temas románticos.
Pavillion de Montmartre
Sencillo, cómodo y muy bien ubicado, a sólo dos cuadras de la estación del metro Abbesses. Incluye desayunos.
Chat Noir Design Hotel
Muy cerquita de la Place du Tertre, en pleno centro de Montmartre, este hotel que solía ser un cabaret tiene el típico encanto de los edificios parisinos.
Mercure Paris Montmartre
Habitaciones modernas y espaciosas lo esperan en este hotel muy cerca del Moulin Rouge.

Dónde comer
Chez Plumeau
Restaurante gourmet con terraza a la sombra de una vid, al lado de la Place du Tertre, ambiente y servicio amigable y muchas opciones para vegetarianos.
La Maison Rose
Inmortalizada en cuadros del pintor Utrillo y de Picasso, este pintoresco restaurante es ideal para sentarse a disfrutar una sopa de cebolla y una copa de vino en una tranquila callecita empedrada.
Le Consulat
Emblema del barrio, fue el bistró favorito de artistas como Picasso y Modigliani. Es difícil encontrar mesa afuera en la terraza pero vale la pena la espera, es uno de los lugares más encantadores del barrio.
Coquelicot
Todo en esta panadería es delicioso, y al mediodía ofrecen un menú cuyas estrellas son las pizzas y los postres.

Qué probar
Platillos de la cocina francesa como el coq au vin, un pollo sazonado con vino y laurel y acompañado de verduras; el quiché Lorraine, una tarta de queso, cebolla y panceta; o el sencillo pero preferido de todos: croque monsieur, una especie de emparedado con el queso derretido sobre el pan acompañado de ensalada.
En Montmartre persiste la tradición de consumir productos hechos artesanalmente. Prueben el pan, las mermeladas, las tartas, los chocolates y el vino pinot noir hecho en Clos Montmartre.
Los quesos parisinos han dado la vuelta al mundo, prueben variedades como emmental, beaufort o algún azul.

Qué comprar
Montmartre está cobrando fama por sus tiendas de diseño, joyería y moda. Los artículos para la casa con propuestas originales abundan y mezclan imágenes icónicas de la cultura francesa.
Si eres fanático de la película Amélie, encontrarás muchos artículos que evocan el filme.
Será inevitable encontrarse con algún animado grupo callejero que siempre vende su disco. No lo dejen escapar, tendrá el sonido de su viaje. Los libros curiosos o antiguos son casi un ícono en París. Si hablan francés o quieren mejorarlo entre besos compren la guía “Où s’embrasser à Paris” (Dónde besarse en París), una simpática propuesta de espacios conocidos y otros insospechados en toda la ciudad, Montmartre incluido.

Más información
http://es.parisinfo.com/
www.paris.fr
www.republique-de-montmartre.com
www.museedemontmartre.fr
www.sacre-coeur-montmartre.com
www.airfrance.com.mx
www.hotelmontmartremonamour.com/es
www.hotel-chatnoir-paris.com/fr/

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