Cuando uno piensa en Londres y en alturas, la mente se ubica de inmediato en el Big Ben, el Puente de la Torre y la Catedral de San Pablo, estructuras todas cuyo soundtrack podría ser la marcha “Pompa y circunstancia”.
Pero desde hace relativamente pocos años (comparados con la dilatada historia de una localidad fundada por los romanos), el “skyline” de la capital británica invoca sonoridades más modernas: 16 de los 20 edificios más altos de Londres fueron construidos apenas en lo que va del siglo.
Y de todos ellos, el mayor es precisamente el más joven: The Shard (en español, “la esquirla”), un rascacielos de forma triangular diseñado por la gloria italiana Renzo Piano e inaugurado bajo una lluvia de luces en julio pasado, pero que hasta hace un mes fue abierto al público.
Originalmente llamada la Torre London Bridge, por su cercanía con la estación de tren homónima, The Shard rivaliza en el duelo de formas inusuales con la Torre SwissRe que Norman Foster inauguró en 2004, pero la deja rezagada en cuanto estaturas, a razón de 310 contra 180 metros, suficientes para ser el edificio más alto no sólo del Reino Unido, sino de toda la Unión Europea.
El rascacielo es una tipología rara en el currículum de Renzo Piano, un arquitecto más bien de planteamientos horizontales, como el Centro Georges Pompidou de París; la renovación de la Potsdamer Platz, en Berlín o el Aeropuerto Internacional Kansai, en Japón. Aún así, también ha firmado otra altura más o menos célebre: la nueva sede del New York Times, de prácticamente el mismo vuelo que The Shard (319 metros) y terminada en 2007.
Ciudad vertical
Su arquitecto, que hizo los primeros bocetos sobre una servilleta tras almorzar con los empresarios inmobiliarios que le propusieron el proyecto hace poco más de 10 años, considera a The Shard una “ciudad vertical”, en la que se combinan distintas funciones: oficinas, restaurantes, un hotel de lujo y departamentos, además de un mirador.
La forma de la torre fue determinada por su prominencia en el horizonte londinense. Al contrario de ciudades como Nueva York o Hong Kong, The Shard no forma parte de un conjunto preexistente de rascacielos. Por ello sus referencias son más bien los mástiles de los botes atracados en los muelles del Támesis, las espigas de las iglesias londinenses y hasta las pinturas de Monet de la sede del Parlamento.
La planta del edificio, de forma irregular, ocupa el terreno donde antes se asentaban las Torres Southwark, un inmueble corporativo de 25 pisos demolido en 2006. Su silueta evoca tanto a una pirámide de cristal como a una estalagmita, a partir de una planta generada por la forma irregular del sitio.
Como una estructura cristalina de varias facetas, The Shard se compone de planos suavemente inclinados hacia adentro, apuntando hacia una desembocadura en punta en lo más alto y transmitiendo la sensación de que el edificio termina disolviéndose en el cielo.
No obstante su forma escultórica, The Shard no es una estructura hermética. Su exterior está configurado con hasta ocho planos de vidrio y acero que definen su forma y calidad visual. Se emplea un sistema pasivo de doble fachada y un sistema de persianas abatibles en medio para regular el asoleamiento. En las “fracturas” entre los planos hay aberturas para ventilación natural hacia jardines invernales interiores, que proporcionan una conexión vital con el ambiente externo.
Buena sorpresa
El principal elemento estructural es un núcleo central de concreto, donde se acomodan las escaleras de servicio y de emergencia y los elevadores.
La forma exterior del rascacielos hace obligada una irregularidad en el tamaño de los distintos pisos, que calza bien con el uso mixto del inmueble. Después del vestíbulo de la planta baja, los siguientes 26 pisos son de oficinas y tres más de restaurantes.
Las 200 habitaciones del exclusivo hotel Shangri-La ocuparán, a partir del verano, los pisos 34 a 52 y un conjunto de lujosos apartamentos se distribuye en los pisos 53 a 65, dejando los últimos niveles accesibles, los pisos 68 a 72, destinados a una espectacular mirador desde el que se puede contemplar la capital londinense hasta casi 65 kilómetros de distancia.
El proyecto de The Shard implica también una renovación de la aledaña estación de tren London Bridge y la creación de un par de nuevas plazas, puesto que una de las políticas de las autoridades londinenses es la densificación urbana alrededor de los nodos de transporte, idea con la que también se guió el emplazamiento del edificio de Piano.
El arquitecto niega que su edificio tenga rasgo alguno de arrogancia urbana. Apela más bien a ser un elemento refrescante sobre el horizonte, porque como dijo en una entrevista: “Las buenas ciudades siempre tienen un elemento sorpresa. El punto es que debes hacer una buena sorpresa, no una mala”.

EL PROYECTO EN BREVE

Nombre: The Shard
Cliente: Sellar Property Group
Arquitecto: Renzo Piano (Renzo Piano Building Workshop)
Año de diseño: 2000
Construcción: 2006-2012
Inauguración: 5 de julio, 2012
Construcción: 110 mil m2
Altura: 310 metros
Pisos: 72
Costo: 435 millones de libras esterlinas (8 mil 200 millones de pesos)

Con información de: The Shard, Renzo Piano Building Workshop y The Guardian.

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