El cardenal Gianfranco Ravasi, un políglota intelectual que sabe tuitear y menciona a Amy Winehouse en sus sermones, bien podría ser el hombre indicado para darle un toque de modernidad al mundo enclaustrado de la Santa Sede.

Ravasi, quien fungió como el ministro de cultura del Vaticano bajo el papado de Benedicto XVI, es mencionado frecuentemente como candidato para ascender al trono de Pedro.

Es además un favorito entre quienes anhelan que el papado regrese a manos italianas. Ravasi es un erudito, experto en temas bíblicos e incansable lector que en sus sermones ha mencionado a Aristóteles y a Amy Winehouse.

A pedido de Benedicto, Ravasi ofició las sesiones diarias de meditación y plegaria durante la Cuaresma, que llegó a ser la última semana de su papado. Las plegarias de Ravasi fueron transmitidas por podcast mediante Radio Vaticano y el prelado tuiteó tanto en inglés como en italiano.

Su habilidad con los idiomas recuerda a la del Papa Juan Pablo II: tuitea en inglés, conversa en italiano y en algunos sermones sorprende al público con frases en hebreo o árabe. De niño, aprendió el griego clásico por su cuenta.

Su sed de conocimiento es tan voraz que, a decir de muchos, apenas duerme. “Se la pasa leyendo y reflexionando sobre lo que aprende”, comenta John Thavis, autor de “The Vatican Diaries” (“Los diarios del Vaticano”), un libro sobre los procesos internos de la Santa Sede.

Benedicto, quien a modo de relajación toca piezas de Mozart en el piano, ansiaba llevar a la Iglesia a retomar al menos algo del papel que desempeñó durante siglos como patrocinadora de las artes y que le dejó las obras maestras de Miguel Ángel, Rafael y otros que hoy se ven el Vaticano.

Tal responsabilidad ha recaído en Ravasi.

Aún así, es quizás más famoso por sus intentos de entablar un diálogo con los ateos. Fue él quien encabezó las iniciativas “Círculo de Gentiles”, una serie de encuentros entre creyentes y no creyentes para hallar terreno común.

“Los creyentes y los no creyentes somos todos habitantes de esta Tierra y vamos a las mismas aulas universitarias”, dijo Ravasi a la revista religiosa italiana Famiglia Cristiana, en una entrevista publicada en el 2011. Al preguntársele si deseaba convertir a los ateos, respondió, “Definitivamente no”.

“La mitad de mis amistades son gente no creyente”, expresó.

Sus reflexiones durante la Cuaresma enfatizaban que la fe no sólo es compatible con la razón, sino que ambas se complementan. La frase clave se asemejaba a una consigna: “La fe es el por qué, la ciencia es el cómo”.

Esa declaración se formuló en la capilla Redemptoris Mater del Vaticano, en el Palacio Apostólico. Benedicto, quien luego elogió los discursos de Ravasi, estaba entre los asistentes, escuchando con semblante meditativo. El diario vaticano L’Osservatore Romano reportó que el entonces Papa envió a Ravasi una carta desbordante de elogios por las palabras “enriquecidas por vuestra ciencia y experiencia” y orando porque Dios “le recompense por este esfuerzo, que usted tan brillantemente ha realizado”.

En cierta manera, Ravasi podría ser el indicado para llenar el puesto según los requerimientos presentados por el cardenal Jean-Louis Tauran, un francés que dirige la oficina del Vaticano a cargo del diálogo interreligioso.

“Necesitamos un Papa que esté muy abierto al diálogo y a las culturas y las religiones”, dijo Tauran y añadió que el próximo Pontífice “debe continuar haciendo lo que hizo Benedicto XVI, enseñar contenidos de fe”.

El cardenal de Nueva York está dispuesto a luchar

El cardenal de Nueva York, Timothy Dolan, que desafió a la Casa Blanca sobre el control de la natalidad estipulado por la Ley del Seguro Médico llamada popularmente Obamacare, se parece a un general arengando a la tropa.

“Lo único que con toda certeza no estamos dispuestos a hacer es ceder”, dijo Dolan en una conferencia episcopal en noviembre. “No violaremos nuestra conciencia”.

Semanas antes acudió a la Universidad Fordham de Nueva York con el comediante Stephen Colbert, donde entre los 3,000 asistentes uno de ellos, que consideraba el sacerdocio, le preguntó si debería salir con chicas. Dolan le respondió que ello podría ayudarle a decidir el sendero adecuado, y luego bromeó “a propósito, permíteme que le pase el teléfono de mis sobrinas”.

El servicio noticioso Catholic News Service lo considera un amable soldado de la evangelización. El historiador de la Universidad de Kean Christopher Bellitto lo llama el obispo de los abrazos. Dolan, de 63 años, es un defensor afable de la ortodoxia católica, y una personalidad religiosa muy popular en Estados Unidos.

Desempeña un cargo que el Papa Juan Pablo II considera “el arzobispo de la capital del mundo”. Sus colegas se saltaron el protocolo en el 2010 y le designaron presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, en lugar de designar al vicepresidente. Y durante las elecciones presidenciales del 2012, tanto los aspirantes republicanos como demócratas se disputaron su bendición en la convención nacional de sus partidos. Lo hizo en ambas.

Empero, los eruditos se preguntan si su carisma y experiencia son suficientes para suceder al Papa emérito Benedicto XVI. Consideran que en el cónclave las posibilidades de Dolan son escasas.

“No se trata de un ataque personal a sus cualidades como cardenal o individuo”, dijo monseñor Michael Fahey, a profesor de la Universidad de Fairfield, en Conneticut. “El cardenal Dolan tiene el don de que la gente se relaje, se ría y espere lo inesperado, pero no es eso lo que la Iglesia necesita en este momento”.

Dolan pasó siete años en Roma de rector de la Universidad Pontificia de América del Norte, donde cursó estudios antes de su ordenación. Empero, nunca ha trabajado en una oficina vaticana o una congregación, experiencia que le habría facilitado el trato.

Su alocución en defensa de la propagación de la fe fue muy aplaudida, siendo mencionado en algunos medios noticiosos italianos, que lo consideraron potencialmente “papable”.

Un conservador abierto a reforma

El cardenal austriaco Christoph Schoenborn es un clérigo conservador, de hablar pausado, dispuesto a escuchar a los partidarios de las reformas, característica que podría atraer a los cardenales que busquen elegir a un Pontífice con el mayor atractivo posible para los mil millones de católicos en el mundo.

Su nacionalidad podría ser su mayor desventaja: los electores podrían resistirse a elegir a otro germanohablante como sucesor de Benedicto XVI.

Hombre de escasa tolerancia con los escándalos de abuso sexual de menores en la Iglesia, Schoenborn fue elevado al purpurado después que su predecesor renunció hace 18 años acusado de pederastia.

Políglota y respetado por judíos, musulmanes y ortodoxos, amigo y ex pupilo de Benedicto XVI, Schoenborn fue uno de los electores en el cónclave del 2005 que escogió al alemán al trono petrino. Un erudito que se siente cómodo en el púlpito, Schoenborn también está bien conectado en el Vaticano.

Cuando se le preguntó si le gustaría suceder a Benedicto XVI después que éste anunció su renuncia, respondió: “Mi corazón está en Viena, mi corazón está en Austria, pero naturalmente también con toda la Iglesia”.

Esa reticencia para responder directamente no es inusual en un príncipe de la Iglesia conocido por un estilo discreto enfocado en dirigir la Iglesia austriaca sin caer en controversias.

Esto no siempre ha sido posible. El austero Schoenborn debe su propia promoción al escándalo que involucró a su predecesor, Hans Groer, que fue acusado de abusar de jovencitos.

Designado arzobispo de Viena en 1995, Schoenborn mantuvo silencio en un principio. Pero se mostró valiente tres años después cuando se disculpó personalmente “por todo lo que mis predecesores y otros religiosos cometieron contra gente a su cuidado”.

En una muestra de su aversión a los enfrentamientos, despidió a su vicario reformista Helmut Schueller en 1998 introduciendo una carta de despido debajo de la puerta de éste.

Sin embargo, enfrentado al escándalo de pornografía que conmovió a la Iglesia en el 2005, criticó al Vaticano.

“Es triste que haya tardado tanto en actuar”, dijo sobre la reticencia de Roma a investigar las irregularidades. Después afirmó que “la Iglesia es superior a sus debilidades humanas”.

Mientras los casos de abuso sexual seguían sacudiendo la Iglesia, Schoenborn propuso en el 2010 examinar la cuestión del celibato sacerdotal, aunque poco después hizo que su vocero emitiera un desmentido de que hubiera cuestionado la prohibición de los sacerdotes a casarse.

Aunque acepta la posibilidad de la evolución del hombre, Schoenborn criticó ciertas teorías “neodarwinistas” por considerarlas incompatibles con la enseñanza católica. En un editorial en el New York Times en el 2005 escribió que “todo sistema de pensamiento que niegue o busque desmentir la evidencia abrumadora de un diseño en biología es ideología, no ciencia”.

Ideológicamente, su purpurado se ha caracterizado por un alejamiento de las reformas en el seno de la Iglesia. En cambio ha centrado su atención en el respeto al dogma católico, a la vez que comprende a quienes disienten.

“Para la Iglesia no es fácil hallar el camino correcto entre la protección del matrimonio y la familia, por una parte, y la compasión con las debilidades humanas” por la otra, dijo en 2004, aludiendo a la oposición al divorcio, aunque aclaró que lo comprendía. 

Y edificó una imagen de ecumenista con visitas a los patriarcas de Rusia y Rumania.

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