Nunca es tarde para salir a conocer el mundo, lo más difícil es tomar la decisión, pero “una vez que entras en el baile solo queda seguir bailando”, comenta Shanti, la mujer que viaja con su familia desde la Patagonia, en Argentina, hasta Alaska.
 

Shanti inició este viaje en noviembre de 2005 a bordo de su camión que nombran El Bicho Latino, poco tiempo después conoció a su esposo, Matu, quien decidió subirse al Bicho para ya nunca bajarse.

El viaje comenzó con los ahorros que tenían; sin embargo, estos no duraron mucho. Recorrieron 22 mil kilómetros en territorio argentino y luego ingresaron a Brasil en donde estuvieron seis meses y el dinero guardado se acabó.
 

En ese momento comenzaron a hacer de todo para sobrevivir, desde dar clases y vender comida, hasta rentar el Bicho para publicidad. Luego viajaron a Bolivia en donde estuvieron otros seis meses, se movieron a Perú y ahí Shanti quedó embarazada de Zaina, quien nació en 2008 en el Amazonas, en Ecuador.

A partir de ahí realizaron su viaje con mayor lentitud, con la intención de disfrutar más de los lugares que visitaban y en los que constantemente encontraban nuevos amigos. 
 

La idea era conocer Latinoamérica y llegar a México; sin embargo, luego de 12 años de viaje y 18 países visitados, el viaje se ha convertido en su forma de vida y aunque tienen dos años y medio en la República Mexicana, ahora el objetivo es llegar a Alaska.

Actualmente, la familia vende playeras con sus diseños; desde que entraron a México imprimieron un libro con más de 100 fotografías, en donde uno puede leer sus aventuras y ver una parte de lo que han recorrido, con la venta de ese ejemplar, se apoyan para tener dinero y continuar con su viaje.
 

Durante su travesía rescataron de la calle a Martha, su perrita y compañera de viaje; Shanti comenta que a veces recogen cachorros abandonados y les buscan un hogar en donde los cuiden; sin embargo, Martha se quedó en su corazón. 

Durante 12 años de viaje han recobrado la fe y el amor por la humanidad, porque la gente buena es más y todo lo malo que se lee en los diarios no es nada con todo lo bueno que sucede y que a veces no se cuenta porque no a todos les gusta leer esas historias, comenta Shanti.
 

Zaina no acude a una escuela convencional, pero su madre y el camino se encargan de su educación, compran libros a su paso y la pequeña aprende del mundo que la rodea.

Aunque la vida en el camino a veces es hostil y difícil, “nunca hemos padecido hambre, porque tenemos las cajas fuertes que son nuestras reservas”, comenta Shanti. 
 

Por último, dijo a todos aquellos que quieren salir al mundo que no duden en hacerlo, que no teman dejar su zona de confort y salir a conocer porque “lo importante es hacer lo que nos gusta aunque no se gane dinero”.

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