Gerardo Sosa Castelán, presidente del patronato de la Universidad Autónoma de Hidalgo (UAEH) renunció a su militancia en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) luego de manifestar, a través de una carta, que el organismo en el que estuvo más de 11 años “se convirtió en un partido de auto celebraciones de culto a la personalidad de sus supuestos representantes”.

La renuncia, dirigida a Enrique Ochoa Reza, presidente del PRI en México, la hizo llegar ayer, 19 de febrero, al Comité Directivo Estatal (CDE) del partido en Hidalgo, del que también fue dirigente estatal.
“Una llamada de atención demanda un cambio. Pero el cambio resulta imposible en una organización política que ve en la crítica constructiva una expresión de indisciplina y en el debate abierto una forma de confrontación y enemistad por estos motivos con carácter irrevocable e inmediato presento mi renuncia al Partido Revolucionario Institucional”, señaló Sosa Castelán.
Lo anterior se da unos días que integrantes de la universidad se reunieran con el candidato electo de Morena a la presidencia de México, Andrés Manuel López Obrador.
“El desarrollo productivo el bienestar social y la justicia en el estado de Hidalgo son una aspiración y una exigencia que hoy debería ser una realidad; siempre he creído que dejar los beneficios para la gente como una eterna promesa es una forma de engaño a nuestro pueblo, por ello, los hidalguenses no podemos sino lamentar estar hundidos en un rezago inaceptable no somos un estado pobre somos un estado empobrecido que vive una condición de subdesarrollo sostenida y administrada para beneficio de unos pocos en perjuicio de la mayoría subordinar el interés general al interés de un grupo supone ignorar los principios más elementales de nuestro ordenamiento constitucional “, agregó en su carta.
Finalmente, agrega que “renuncio en efecto a ser cómplice de la situación que vivimos en la que advierte un secuestro del organismo en perjuicio del interés superior de la comunidad, los privilegios de unos cuantos y la exclusión de la mayoría no se puede ocultar con mítines y promesas es inadmisible pretender silenciar los reclamos de un pueblo sumido en la pobreza con aplausos y auto celebraciones de culto a la personalidad de sus supuestos representantes”.
