MUERTE DE UN ÍCONO POPULAR

Francisco Pérez, artista urbano originario de Puebla y conocido por su carisma en los bailes sonideros, quien se autonombró “Medio Metro Original”, fue hallado sin vida el lunes 20 de octubre de 2025 en un canal de riego de la junta auxiliar de San Sebastián Aparicio, al norte de la capital poblana.

El cuerpo presentaba signos de violencia, entre ellos un impacto de bala en la cabeza, y se encontraba en estado de descomposición. La Fiscalía General del Estado de Puebla abrió una carpeta de investigación por homicidio para esclarecer los hechos, aunque hasta ahora no se han anunciado detenidos ni se ha confirmado el móvil del crimen.

SÍMBOLO DEL DETERIORO SOCIAL

La muerte de “Medio Metro” trasciende lo individual. Su caso evidencia, una vez más, cómo la violencia se ha infiltrado en todos los estratos de la sociedad mexicana: desde figuras públicas y artistas populares hasta personas comunes que desaparecen o son asesinadas sin explicación.

El hallazgo de su cuerpo en una zona considerada “foco rojo” por el abandono de cadáveres no es un hecho aislado, sino parte de una cadena de asesinatos cotidianos que ya no sorprenden, pero sí desgarran. México acumula más de 30 mil homicidios dolosos al año, según cifras oficiales, lo que refleja una normalización preocupante de la barbarie.

VIOLENCIA QUE NO DISTINGUE

El carisma de “Medio Metro”, su alegría en los escenarios y su papel dentro de la cultura popular contrastan con la brutalidad de su final. No era un político, ni un empresario, ni alguien vinculado a actividades criminales; era un joven que hizo de la danza un medio de vida y de expresión. Su asesinato subraya que, en México, nadie parece estar exento de la violencia.

En redes sociales, colegas del ambiente sonidero lamentaron su muerte y exigieron justicia, mientras miles de usuarios expresaron su tristeza por la pérdida de un personaje que representaba la sencillez y la alegría del pueblo.

UN PAÍS QUE SIGUE PERDIENDO SU VOZ

Cada crimen como el de “Medio Metro” es un recordatorio de la fractura social que vive el país: una nación donde la impunidad rebasa el 90 %, donde los homicidios se cuentan por miles y donde el arte, la cultura o la fama no bastan para sobrevivir.

Hasta que la violencia deje de ser parte del paisaje cotidiano y las autoridades asuman su responsabilidad con eficacia, historias como la de Francisco Pérez seguirán repitiéndose, sumando otro nombre al interminable registro de vidas arrebatadas en México.

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