En la oscura mañana del 9 de marzo de 1916, las guerrillas del general Pancho Villa atacaron a la pequeña población fronteriza de Columbus, Nuevo México. Cinco horas después al caer la tarde el centro de este poblado ardía en llamas.
Los periódicos del día siguiente abrieron con el insólito suceso: por primera
vez, desde 1812 cuando las tropas británicas intentaron recuperar la
soberanía de las colonias inglesas una fuerza extranjera invadía al país.
El 16 de ese mismo mes, el gobierno estadounidense encomendó la tarea de Iniciar sesión cuando Pancho Villa invadió E.U.
La noticia se regó por Estados Unidos a través del telégrafo, y los periódicos del día siguiente abrieron con el insólito suceso: por primera
vez, desde 1812 cuando las tropas británicas intentaron recuperar la
soberanía de las colonias inglesas una fuerza extranjera invadía al país.
El 16 de ese mismo mes, el gobierno estadounidense encomendó la tarea de persecución contra Villa al general Pershing, quien luego comandaría a las
Fuerzas Aliadas en la Primera Guerra Mundial.
Con cerca de diez mil hombres y la anuencia de Venustiano Carranza, los
hombres del general penetraron 400 millas dentro de México para resarcir el
honor y salvar la humillación de la entonces floreciente nueva potencia.
A lo largo de once meses la expedición buscó a Villa: las tropas de Pershing
cruzaron desiertos, recorrieron palmo a palmo el estado de Chihuahua y
emplearon por primera vez, como estrategia militar vehículos motorizados,
tanques y aviones monomotores.
Un antiguo corrido de la revolución mexicana
dejó constancia de esta acción:
En nuestro México, febrero veintitrés, dejó Carranza pasar americano, diez
mil soldados quienientos aeroplanos buscando a Villa por todo el país.
Y comenzaron a echar expediciones, los aeroplanos comenzaron a volar, por
diferentes y varias direcciones, buscando a Villa, queriéndolo matar.
Esos soldados que vinieron desde Texas a Pancho Villa no lo podían
encontrar, muy fatigados con veinte horas de camino, los pobrecitos, se
querían regresar. Los de a caballo no se podían sentar, y los de a pie no
podían caminar; entonces Villa les pasa en su aeroplano y desde arriba
les dijo: “Goodbye”.
La estrategia de Villa para escabullirse de la persecución de Pershing fue
muy elogiada, y recuerda a la empleada por Sadam Hussein en la guerra del
Golfo, al fabricar aviones de madera para simular un poderío aéreo
inexistente.
En una ocasión, cuando los aviones sobrevolaban ciudad Juárez, Villa
disfrazó a sus hombres de soldados “americanos” y envió señas a los pilotos
insinuando que aterrizaran, “puesto que se encontraban extenuados y
necesitaban auxilio”. Y así ocurrió.
Y comenzaron a volar los aeroplanos, entonces Villa un plan les estudió;
y se vistió de soldado americano y a sus soldados también los transformó.
Más cuando vieron los gringos las banderas, con muchas barras que Villa les
pintó, aterrizaron sus grandes aeroplanos, y Pancho Villa prisioneros los
tomó.
El 23 de febrero de 1917, tras perder a numerosos hombres, la expedición de
Pershing retornó a la base de Camp Furlong, en cercanías de la ciudad de
Columbus. El corrido prosigue en aquel relato:
Toda la gente en Chihuahua y ciudad Juárez, muy asustada y sorprendida se
quedó, de tanto gringo y tanto carrancista, que Pancho Villa en los postes
les colgó.
Qué pensarían los bolillos tan patones que con cananas nos iban a
espantar, si ellos tienen aviones por montones, aquí tenemos lo mero
principal.
Villa siempre se jactó de aquella hazaña, y hasta hoy tiene el “mérito” de
ser el único comandante de una fuerza militar en invadir con éxito
territorio estadounidense.
Al triunfar la causa maderista, Pancho Villa que
la había defendido decidió abandonar las armas. Su valor, astucia y
destreza lo llevaron a dirigir la famosa División del Norte, la más poderosa
entre los ejércitos revolucionarios.
Después del asesinato de Carranza, el presidente Adolfo de la Huerta lo
invitó a deponer las armas. Pacíficamente se retiró a vivir en su hacienda
de Canutillo, en Durango, y se dedicó a comerciar entre esa ciudad y Parral
(Chihuahua). El 20 de julio de 1923, emprendió su último viaje:
¡Pobre Pancho Villa!
Fue muy triste su destino;
Morir en una emboscada
Y a la mitad del camino
Iba dejando Parral,
Manejando su carcacha,
El valiente general
Autor de La Cucaracha.
En una casa alquilada
Se apostaron los ladrones
Pues para matar a Villa se necesitaban calzones
Los de a caballo no se podían sentar, y los de a pie no podían caminar;
entonces Villa les pasa en su aeroplano y desde arriba les dijo:
‘Goodbye’”.
Letra del corrido sobre el episodio entre Villa y los hombres de Pershing.
Más cuando vieron los gringos las banderas, con muchas barras que Villa les
pintó, aterrizaron sus grandes aeroplanos, y Pancho Villa prisioneros los
tomó”.
Créditos ARCHIVO “El Tiempo”
