Columna dedicada al maestro Pedro González, te recordaré siempre con cariño camarada.

Nada más misterioso que la amistad, ¿Por qué la gente escoge a alguien como amigo?, ¿Por qué es más difícil perdonarle algo a un amigo que a un enemigo de manera brutal?

“Amistad es perdurar en la vejez” decía Jorge Luis Borges, Benito Pérez Galdós sumaba su opinión sobre este tema “la amistad es la astilla refulgente de la verdad en los seres humanos”, “La amistad es el único equilibrio inestable que hay en la existencia” Jesús Ortega y Gasette.

Miles de conocidos pueden tenerse pero la amistad es única, ¿Que hace el nexo de erotismo filial, que es lo que hace la amistad, en hermandad?

Recordemos entre estas grandes amistades que se dan en la historia, incluso de veneración, a Simón Bolívar y Francisco de Miranda.

Miranda, más liberal que “el libertador”, fue uno de los contados hombres que experimentó todos los sistemas de entonces, Turquía, los despotismos ilustrados, la Inglaterra liberal, la naciente república norteamericana y la Francia revolucionaria, y es admirable que lo hiciera no como simple espectador, sino de manera protagónica, pues fue coronel en Rusia y mariscal de campo en Francia, y departió con todas las grandes figuras contemporáneas: Goethe, Pitt, Napoleón, Haydn, Washington, Jefferson, Bentham, Federico el Grande… Como militar tuvo bajo sus órdenes al futuro rey Luis Felipe de Francia y a Simón Bolívar.

Algo muy notable en el pensamiento de Miranda es la forma en que se fue alejando de Rousseau, que para todos los hispanoamericanos de aquel tiempo era como la Biblia de las ideas nuevas. El buen salvajismo que persiste, por ejemplo, en un Simón Rodríguez (el maestro de Bolívar) sucumbe en Miranda a un valor que este defiende tenazmente en medio del horror jacobino: la civilización.

Miranda acabó su vida traicionado y en la cárcel. Es muy conocida la frase que pronunció cuando sus propios subordinados (Bolívar entre ellos) lo arrestaron a traición: “¡Bochinche, bochinche! ¡Esta gente no sabe hacer más que bochinche!”

Él, que con tantos años de exilio se expresaba sobre todo en inglés y en francés, tuvo que recurrir a una voz de su tierra para poder describirla con exactitud: bochinche es tumulto, alboroto, indisciplina, negligencia.

La amistad de Bolívar y Miranda llegaba incluso a la veneración sin embargo esta amistad tan sólida llego a desintegrarse por los ideales de ambos, uno rebelde y el otro todo un demócrata que no fusilaba a sus enemigos, incluso les daba el perdón.

Bolívar no toleraba estas muestras de magnanimidad y por ello entregará a Miranda a los españoles quien murió en “La carraca” cárcel insalubre, miserable, deplorable en el puerto de Cádiz, España. 

No todas las mistades terminan en tragedia, las hay también aquellas que al consolidarse logran grandes proyectos que tienen un eco, llevadas por la mano del destino.

Un ejemplo de amistades que al unirse lograron un parteaguas en la historia terminando en una revolución que cambio el destino de la isla de Cuba fue la entrañable amistad entre Fidel Castro, Ernesto Guevara “Che” y Camilo Cienfuegos.

Desde muy joven, el hombre que pasaría a la historia como “el Che” escapó de la identidad argentina y adoptó una patria grande, una identidad mayor, ser ciudadano de lo que, ampliando el término de Martí, llamó “nuestra mayúscula América”.

Los tres amigos construirían una Cuba más próspera y justa, más autónoma y orgullosa, libre e igualitaria. Pero en la abstracta formulación de ese sueño el Che Guevara iba delante de sus compañeros, adelante del propio Fidel Castro, que en todo momento mantuvo un sentido infinitamente más agudo de la realidad política.

Sin duda la amistad es un gran prodigio y el explicar por qué elegimos a nuestros amigos es una razón individual y peculiar pero algo es seguro: “Quien tiene un amigo, tiene un tesoro”

¿Tú lo crees?… Yo también.

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