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En Epazoyucan el desorden político vuelve a dejar en evidencia la falta de seriedad con la que el alcalde Carlos Montaño conduce el ayuntamiento. El incumplimiento del Reglamento Interior al no convocar en tiempo y forma a una sesión solemne refleja no sólo descuido, sino una clara falta de respeto hacia la legalidad y hacia la ciudadanía. Que se tenga que invalidar una sesión por no respetar lo más básico del procedimiento legislativo es muestra del desaseo administrativo que caracteriza a esta gestión, la cual arrastra señalamientos de opacidad y malos manejos.
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El tema de los docentes que también ocupan cargos en gobiernos municipales había generado bastante ruido, pero la SEPH ya puso manos a la obra. Con la revisión interna que detectó a más de 500 casos y el oficio enviado a la Contraloría para que se apliquen medidas administrativas, se busca poner orden en una práctica que desde hace años se señala como irregular. Y se mantiene la crítica a quienes cobran doble sueldo mientras descuidan sus responsabilidades, afectando tanto a la educación como a la función pública.
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En el Primer Informe de Gobierno de Ajacuba, el secretario de Gobierno Guillermo Olivares acudió en representación del gobernador Julio Menchaca, mostrando cercanía y respaldo institucional hacia la administración municipal. Su presencia no pasó desapercibida, pues refleja la importancia de mantener coordinación entre niveles de gobierno para que obras como pavimentaciones y rehabilitaciones carreteras, con inversiones millonarias, se traduzcan en beneficios tangibles para la población.
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En Pachuca la falta de agua y las obras viales son un doble reto: incomodidad y carencia. Sin embargo, estas acciones buscan sentar bases de un mejor futuro. Criticar la mala planeación es válido, pero también reconocer que el cambio implica sacrificios temporales. Lo importante es que las autoridades aseguren resultados duraderos y que la ciudadanía mantenga la esperanza: tras el polvo y los desvíos, debe llegar un beneficio real.
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La propuesta de audiencias públicas semanales y obligatorias en municipios, planteada en el Congreso de Hidalgo, seguramente pone nerviosos a más de un alcalde y alcaldesa, porque implicaría dar la cara frente a la inconformidad, la molestia y los reproches de la ciudadanía. Y es que en muchas demarcaciones lo que sobra son promesas incumplidas y opacidad, mientras que el trabajo real brilla por su ausencia. De aprobarse, ya no bastará con comunicados maquillados: habrá que responder de frente a la gente.
