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Cuando un caso con la gravedad de lo ocurrido en Zimapán es abordado en plena conferencia presidencial y seguido de cerca por la Secretaría de Gobernación, no hay duda: las autoridades federales tienen el ojo bien puesto. Las órdenes de aprehensión ya giradas y las detenciones en curso indican que esto no quedará en carpetazo. Quienes aún estén implicados y no han sido capturados, más vale que estén revisando bien sus pasos, porque el mensaje fue claro: no habrá impunidad, y el seguimiento ya no es solo local, sino de primer nivel nacional.

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Vaya, al parecer en Hidalgo el problema del sobrecupo en el transporte ya no es de los choferes ni de la falta de unidades… sino de los pasajeros por su “insistencia”. La secretaria Lyzbeth Robles nos recuerda que, si las combis van llenas, mejor hay que programar nuestro traslado como si todos tuviéramos el lujo de escoger la hora de entrada al trabajo. Y aunque suba “de incógnito” a las unidades, quizá haría bien en cambiar el perfil bajo por uno más operativo, que detecte por qué en horas pico la gente se sube como puede: porque simplemente no hay suficientes unidades.

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Cuando los servidores públicos cambian el uniforme por los guantes de boxeo en pleno partido, no queda mucho margen para la defensa. Lo ocurrido en Cuautepec es un claro recordatorio de que la responsabilidad no se deja en la banca. Por eso, la decisión de destituirlos fue más que acertada: quienes representan a una institución deben comportarse a la altura dentro y fuera de la cancha. Y si no entienden la diferencia entre juego y descontrol, entonces sí es mejor que jueguen… pero desde su casa.

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Entre lluvias, fugas y búsquedas, el gobierno de Hidalgo continúa con los esfuerzos. La movilización ante las inundaciones recientes en zonas como Tuzos y Mineral del Monte muestra que la respuesta no fue a medias: cientos de servidores, pipas, costaleras y hasta albergues habilitados. Además, siguen pegándole al huachicol con cifras millonarias de litros recuperados y, para rematar, lograron localizar sanos y salvos a dos adolescentes en Puebla. Si bien falta mucho por hacer, las autoridades mantienen el buen trabajo en equipo.

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Parece que en Mineral de la Reforma la basura tiene más constancia que el propio servicio de recolección. Vecinos de varias colonias llevan más de dos semanas viendo montones de desechos crecer como si fueran decoración permanente, mientras los camiones brillan por su ausencia. Aunque el gobierno municipal anunció con bombo y platillo la llegada de nuevas unidades, el calendario no se respeta y, para colmo, en algunos casos ni entran. Lo peor: la gente termina pagando de su bolsillo para que les retiren lo que ya deberían tener cubierto. Más que nuevas unidades, lo que se necesita es voluntad… y un calendario que no se quede solo en papel.

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