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Vaya ironía: mientras Movimiento Ciudadano en Hidalgo critica la permanencia eterna de “Alito” Moreno en el PRI, internamente llevan siete años con la misma dirigencia y contando. Guillermo Peredo no se anduvo con rodeos al señalar que el partido parece más una coladera que una organización en crecimiento, con salidas recientes como las de Ángel Castañeda y Kenia Sánchez. ¿Y la dirigencia? Bien, gracias. Por eso llaman a un “borrón y cuenta nueva” antes de que el barco se quede sin tripulación.

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Una vez más, la diputada Alhely Medina Hernández se aleja del Congreso, ahora con una segunda licencia aprobada sin objeciones por el pleno. Aunque el escrito habla de “asuntos pendientes”, su ausencia coincide con una investigación penal por abuso sexual en Zimapán. Mientras tanto, en el recinto legislativo, todo transcurre con una tranquilidad casi ceremoniosa, sin llamados a su suplente ni preguntas incómodas.

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El gobernador Julio Menchaca vuelve a poner sobre la mesa algo fundamental: el desarrollo de Hidalgo no puede estar supeditado a presiones disfrazadas de tradiciones. Su postura ante el caso de Yahualica, donde se exigieron millones de pesos para una fiesta patronal, demuestra que el respeto a la cultura y la fe no está reñido con el uso responsable de los recursos públicos. Además, su disposición al diálogo con autoridades eclesiásticas y su respaldo a las y los alcaldes que enfrentan estas situaciones privilegian el orden, la legalidad y el bienestar colectivo.

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¡Qué bonito ver llover después de tanta sequía! Pero con cada chaparrón, Pachuca parece más una pista de obstáculos que una ciudad preparada. Es cierto que las autoridades deben poner manos a la obra con el desazolve y el mantenimiento del drenaje, pero también es tarea nuestra no andar dejando la basura donde caiga. Si todos hacemos nuestra parte, gobierno y ciudadanía, quizá la próxima lluvia no nos agarre navegando en el bulevar Colosio o en la Pachuca-Cd. Sahagún.

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Pedir un aumento de 50 por ciento en la tarifa del transporte público cuando el servicio apenas y da la talla, es como querer cobrar entrada a un cine donde no hay película. Los usuarios ya lidian con unidades en mal estado, choferes groseros, hacinamiento y hasta accidentes. Antes de pensar en subir el pasaje a 15 pesos, lo lógico sería que el servicio cumpla con lo mínimo: seguridad, respeto y eficiencia. Porque pagar más por lo mismo (o incluso por menos) no es mejora, es abuso.

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