Durante las últimas semanas, distintas voces han tomado una decisión que, aunque respetable, no deja de preocuparnos: abandonar las filas del partido Movimiento Ciudadano en Hidalgo. La renuncia del regidor Ángel Castañeda Maldonado, de la síndico procuradora de Mineral de la Reforma, Kenia Yuridia Sánchez Flores, y por si esto no fuera poco, la indiferencia de las presidentas municipales de Cardonal y Huehuetla hacia el partido naranja no pueden leerse como hechos aislados. Sin duda, son síntomas de una desintegración interna que no debemos ignorar. Y aunque muchos celebren estas salidas como una depuración necesaria, desde aquí afirmamos lo contrario: como partido político, no debemos festejar que compañeros y compañeras se vayan. Por el contrario, lo debemos lamentar. Nuestro partido necesita más sumas, no restas.
Lo más contradictorio de todo es que este debilitamiento interno sucede justo cuando Movimiento Ciudadano comienza a consolidarse como una alternativa real a nivel nacional. De acuerdo con la encuesta publicada la semana pasada por Pew Research Center, nuestra fuerza política aparece como la segunda opción en las preferencias ciudadanas en el país. Este dato no es menor: significa que la ciudadanía está buscando nuevos caminos, nuevas voces, nuevas formas de hacer política.
Hay algo que no se está haciendo bien. Y no se trata de una campaña en contra, ni de un complot contra dirigentes: es un llamado interno. Movimiento Ciudadano, como todos los partidos, tiene en sus documentos básicos los principios y mecanismos para garantizar procesos democráticos, para elegir con legitimidad a sus candidatos, y sobre todo, para construir identidad política con quienes forman parte del proyecto. Pero cuando se elige candidatos a personas que no tienen ni vocación ni vínculo con nuestra causa, estamos fallando.
Porque, además, una vez que esas personas son elegidas, ¿por qué se les deja ir tan fácilmente? ¿Dónde quedó la labor de construir comunidad política? La tarea de una dirigencia no es solo repartir candidaturas, es promover la unidad y permitir la participación de todas las voces. El militante que se va, como la dirigencia que lo permite, son corresponsables de una decisión que lastima al partido y que termina afectándonos a todos los que aún creemos en él. Necesitamos una dirigencia que escuche, que convoque, que no tema a la crítica y que esté dispuesta a construir desde abajo.
El momento exige seriedad, tomar al toro por los cuernos. No se trata de señalar con el dedo, sino de tener la madurez para reconocer que, si seguimos así, el proyecto se diluye. Definamos con claridad y en unidad el rumbo que debe seguir Movimiento Ciudadano en el estado de Hidalgo. Y que en esa definición estemos todos, no solo los de siempre. Hay talento, hay voluntad, hay militancia con ideas y con ganas de sumar. Lo que falta es voluntad política para abrir la puerta. Estamos a tiempo.
