La discusión entre abrirse al mundo o proteger lo local sigue vigente.
En un momento donde las tensiones comerciales globales aumentan y algunos países apuestan por cerrarse para proteger sus industrias, surge la pregunta: ¿es realista y viable que México adopte un modelo de proteccionismo económico?
El proteccionismo consiste en restringir las importaciones mediante aranceles, cuotas o regulaciones para favorecer la producción nacional. Sus defensores argumentan que así se protegen empleos, industrias estratégicas y la soberanía económica, mientras que sus críticos alertan sobre el aumento de precios, menor competencia y estancamiento tecnológico.
POSTURAS TEÓRICAS
En economía, hay tres grandes posturas sobre el comercio:
Liberalismo comercial: basado en autores como Adam Smith y David Ricardo, sostiene que abrirse al comercio genera beneficios mutuos, especialización y crecimiento económico. México sigue esta línea desde la firma del TLCAN (ahora T-MEC).
Proteccionismo clásico: inspirado en Friedrich List, defiende proteger industrias nacientes hasta que sean competitivas globalmente. Para México, esto podría implicar apoyar sectores como los semiconductores, baterías o la industria farmacéutica local.
Neoproteccionismo o proteccionismo estratégico: en contextos modernos, no busca cerrar fronteras totalmente, sino aplicar medidas selectivas para defender sectores clave de riesgos geopolíticos o dependencia excesiva. Este enfoque ha ganado fuerza tras la pandemia de COVID-19, cuando quedó en evidencia la vulnerabilidad de las cadenas de suministro.
¿QUÉ TAN VIABLE ES PARA MÉXICO?
En términos prácticos, aplicar un proteccionismo fuerte en México sería complicado. El país tiene compromisos internacionales, especialmente bajo el T-MEC, que limitan la imposición unilateral de barreras comerciales. Además, su economía está profundamente integrada a las cadenas globales, especialmente con Estados Unidos.
Sin embargo, los expertos señalan que México podría adoptar estrategias selectivas: por ejemplo, impulsar políticas industriales, dar incentivos fiscales a sectores estratégicos, fortalecer contenido nacional en manufacturas o promover la sustitución de importaciones en áreas sensibles, como alimentos básicos o medicamentos.
LOS RIESGOS
Ir demasiado lejos en una política proteccionista podría provocar represalias comerciales, afectar las exportaciones mexicanas y aumentar los precios para los consumidores. Además, sin innovación ni competitividad real, proteger industrias ineficientes solo posterga problemas estructurales.
DEBATE ACTUAL
Mientras algunos sectores políticos en México piden mayor protección frente a las importaciones chinas o exigen “rescatar” el campo nacional de la competencia extranjera, otros apuestan por profundizar la integración al mercado norteamericano y atraer inversión extranjera a través del nearshoring.
En resumen, aunque el proteccionismo radical no parece viable ni realista para México hoy, sí existe espacio para políticas estratégicas que fortalezcan sectores clave, siempre y cuando se implementen con cuidado y respetando los compromisos internacionales. El desafío está en encontrar el equilibrio.
