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Mientras en Tianguistengo la mayoría batalla para que le alcance para el gasto, en el mundo de de arriba parece que las prioridades son otras: pastel de varios pisos, música de El Komander y una fila interminable de políticos felices en la foto. La fiesta de 15 años organizada por el alcalde Febronio Rodríguez dejó claro que, para algunos, la transformación prometida sí llegó… pero en forma de brindis, mariachis y narcocorridos. No faltaron los abrazos, las sonrisas de oreja a oreja y las selfies, porque hay quienes sí pueden celebrar mientras en las comunidades siguen esperando carreteras, escuelas y hospitales dignos.

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Cada quien puede hacer su fiesta como guste, lo importante (como bien señaló el gobernador Julio Menchaca) es que no se pague con dinero del pueblo. A propósito del fiestón que armó el alcalde Febronio Rodríguez, hasta ahora no hay pruebas de que se usaran recursos públicos, pero el contraste entre el glamour del evento y la realidad del municipio no pasó desapercibido. Como dicen por ahí: que celebren lo que quieran… pero que no le pasen la cuenta a los ciudadanos.

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Como un desastre y con mala organización fue catalogado el evento de elección de la reina de la feria de Acaxochitlán. Asistentes reclaman que el estacionamiento vehicular fue de lo peor y puso en evidencia la incapacidad logística de la autoridad local. El asunto es que si eso sucedió en el evento chico, ¡qué pasará todos los días de feria! Especialmente en la fecha mayor que será el tianguis dominical, con elaboración de tapetes de aserrín, procesión con el Señor del Colateral, el teatro del pueblo masivo. ¡Que se ponga las pilas el presidente municipal Ricardo Perea! Es lo que pide la gente para evitar accidentes que lamentar.

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A casi ocho meses de haber iniciado las funciones de la administración municipal de Tulancingo y a muy poco de terminar el cuarto mes del año, se dice que presupuestos como el de Cultura aún no llegan a su destino, por lo que todas las actividades que se han desarrollado son de buena voluntad de la comunidad artística que siempre que solicita un pago justo por su trabajo le salen con la cantaleta de que no hay presupuesto.

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En Singuilucan, el conflicto entre la alcaldesa y los extrabajadores parece una tragicomedia. Entre acusaciones de saqueo, denuncias de corrupción, arengas en la plaza y filtraciones en redes, el problema real (el uso correcto de los recursos públicos y el respeto a los derechos laborales) parece ir en segundo plano. Mientras unos marchan con pancartas y otros redactan cartas, lo que la ciudadanía espera son menos discursos encendidos y más soluciones serias. Así, se alarga un conflicto que debería haberse resuelto con legalidad, no a sombrerazos.

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